DIÁLOGO INTERRELIGIOSO     

                             
 

                              

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Por el diálogo entre religiones

  

 

La ética acerca a las religiones y permite llegar a consensos en torno a unos mínimos morales que fortalecen la ética cívica Es prioritaria la democratización radical de las instituciones religiosas desde sus cimientos.

 

"Sin diálogo, el ser humano se asfixia y las religiones se anquilosan", afirma certeramente el teólogo y filósofo catalán Raimon Panikkar.

 

Para evitar el anquilosamiento y la asfixia, se han creado durante las últimas décadas numerosas plataformas de diálogo entre las religiones y se han prodigado foros, conferencias y encuentros de diálogo interreligioso en diferentes niveles: políticos y culturales, nacionales e internacionales.

 

La última cita interreligiosa ha sido la Conferencia Mundial para el Diálogo celebrada en Madrid del 16 al 18 de julio bajo la convocatoria del Rey de Arabia Saudí, en la que han participado dirigentes de las grandes religiones: judaísmo, cristianismo, islam, hinduismo y budismo.

 

Aun valorando positivamente esta iniciativa y otras similares, que buscan comprometer a las religiones en los procesos de paz y en la construcción de una sociedad intercultural e interreligiosa, creo que no pocas de ellas terminan en un rotundo fracaso por falta de propuestas concretas o, al menos, de mediaciones operativas para llevarlas a la práctica y por el inmovilismo de las propias religiones.

 

Para que el diálogo no sea estéril ni se quede en una mera declaración de principios, las religiones han de llevar a cabo importantes cambios en su interior. He aquí algunos, sin ánimo de ser exhaustivo.

 

Las religiones deben desdogmatizarse y etizarse. En otras palabras, han de dar prioridad a la ética sobre la dogmática. Esta genera división e incluso crea escisiones dentro de cada religión. La ética, empero, acerca a las religiones y permite llegar a consensos en torno a unos mínimos morales que pueden contribuir a fortalecer la ética cívica.

 

Para ello deben liberarse del asedio del mercado y del allanamiento del pragmatismo imperante a los que se ven sometidas tanto las religiones como la propia ética, según el sociólogo Zygmunt Bauman.

 

Las religiones tienden a leer los textos en su literalidad, a rechazar la hermenéutica, a utilizar un lenguaje realista y a desestimar el lenguaje simbólico, cayendo fácilmente en el fundamentalismo. Yo creo que han de invertir la tendencia renunciando al uso del lenguaje fáctico y potenciando el lenguaje simbólico, metafórico, utópico, alternativo, que es el más propio de las religiones.

 

La mayoría de las religiones funcionan de manera autoritaria, de arriba abajo, y apenas cuentan con cauces de participación de los creyentes en su organización y en la toma de decisiones. La voluntad de Dios tiende a identificarse con los deseos de sus dirigentes, que se imponen a sus miembros, convertidos en marionetas o comparsa. Es prioritario proceder a la democratización radical de las instituciones religiosas desde sus cimientos.

 

Democratización que ha de empezar por la propia estructura y ha de extenderse a su organización y funcionamiento en todos los campos. Para que la democratización sea real ha de guiarse por el principio "un creyente, una creyente, un voto". ¿Por qué las religiones defienden este principio en la sociedad y no lo practican en su seno?

 

La exclusión de las mujeres del mundo de lo sagrado es práctica común en la mayoría de las religiones, y muy especialmente en las monoteístas, configuradas patriarcalmente a imagen y semejanza de Dios representado como varón.

 

Por eso es necesario llevar a cabo una democratización desde la perspectiva de género, que reconozca la igualdad de derechos y deberes de hombres y mujeres y el acceso de las mujeres a los espacios de responsabilidad y a los ámbitos de dirección. Las mujeres en las religiones han de pasar de mayoría silenciada y silenciosa a actores sociales, políticos, religiosos, morales y teológicos.

 

Un ejercicio muy sano de reforma es practicar la autocrítica en el seno de cada religión y acoger la crítica que viene de fuera. Y junto a la crítica y la autocrítica, el mutuo aprendizaje, porque ninguna religión tiene toda la verdad, ni toda la moralidad, ni toda la sabiduría, ni toda bondad, ni toda la fuerza liberadora.

 

Las religiones están llamadas a humanizarse, siguiendo la máxima de Terencio "nada humano me es ajeno". Deben recuperar la entraña humanista de Dios, de los dioses. "Humano como Cristo, solo Dios", afirma el teólogo cristiano Leonardo Boff, expresión que puede aplicarse a los dioses de las distintas religiones. El amor a Dios lleva derechamente al amor al prójimo, a la compasión y a la práctica de la justicia.

 

Las religiones deben recuperar la mística, elemento común y lugar de encuentro de todos los movimientos espirituales y religiosos. La mística es la superación de los fundamentalismos y constituye su alternativa. Para ello es necesario eliminar los estereotipos que existen sobre los místicos considerados personas pasivas y ajenas al mundo.

 

Con la historia en la mano, se puede comprobar que los místicos de todas las religiones fueron personas críticas del poder, rebeldes frente al orden establecido y comprometidas con la reforma de las instituciones tanto religiosas como políticas y sociales.

 

El diálogo no puede llevarse a cabo sólo entre las religiones. Ha de incluir a los colectivos laicos, movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales. Son ellos los que abren a las religiones a los horizontes de laicidad, de emancipación y de solidaridad, donde deben producirse los encuentros interreligiosos, si no quieren desembocar en ejercicios autistas.

 

Juan José Tamayo

 

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