Quienes hacemos el Foro Espiritual de Estella debemos
mucho al apoyo que, desde sus comienzos, nos ha
proporcionado el franciscano Joxe Arregi. Tratan de
callar su testimonio de viva fe, su verbo humilde a la
vez que abierto, esperanzado, emancipador... Tratan de
alejarnos de su compañía siempre cálida y reveladora. Se
imponían unas líneas en su apoyo. Ahí van. Fraterno
abrazo.
De silencios y Misterio
En medio del duro invierno ya escribimos a favor de Joxe
Arregi, pero la fuerza de su humildad y discreción
enterró bajo la nieve nuestras palabras que glosaban su
figura entrañable, su actitud valiente. Estalla hoy el
verano y en medio de su luz inmensa, de su calor ya
generoso, pedimos palabra. No renunciaremos a apoyarle
en estos difíciles momentos.
En
realidad no sólo deseamos manifestarnos a favor de
nuestro amigo franciscano de Aranzazu, deseamos hacerlo
también en defensa de las mínimas libertades.
Suena
extraño, triste en alguna medida, tener que escribir en
el siglo XXI, en el corazón de Europa, un alegato por
la libertad. Sin embargo, es preciso hacerlo. Ésta se
encuentra cercenada, no ya en el ámbito político o
cultural, sino en el terreno en el que, se supone,
debería haberse consagrado en su más plena expresión, el
terreno del espíritu. Crecer en el espíritu, es crecer
en libertad. Es inconcebible el desarrollo evolutivo, ya
personal, ya colectivo, sin libre albedrío.
Somos uno con Joxe pidiendo la palabra y revelándose
serena y razonadamente ante la decisión del conservador
obispo de Donostia que le exige silencio o destierro al
otro lado del Atlántico. El pensamiento único, tan
desplazado en tantos ámbitos de la vida, se acentúa y
perpetúa en el ámbito de la Iglesia católica.
¿Cuánto miedo a perder monopolio, poder y privilegios
encierra el pensamiento único? Deberían saber sus
purpurados defensores que absolutamente nada se puede
prolongar en el futuro por esos medios, menos aún el
mensaje perenne, excelso, sublime del amor fraterno de
Jesús. El futuro no dejará vestigio de procedimientos
injustos y arbitrarios, de una fe cerrada e interesada.
¿A qué temen tanto los Munillas y los Roucos? ¿De dónde
tanto terror a una fe cristiana renovada, abierta y
positivamente fecundada? Difícilmente unas prácticas
abusivas e intolerantes se pueden avenir con la “buena
nueva” inclusiva, aglutinante, universal de Jesús.
El de
ellos pareciera semejarse más a ese otro Dios, que
también nos ha acompañado a lo largo de toda la
historia, en muchas latitudes: el Dios gris de las
privilegiadas castas sacerdotales de tantas religiones,
que en tantas circunstancias se ha querido perpetuar a
través de la impostura, el Dios de la amenaza modelado a
imagen y semejanza de espurios intereses, el Dios
colmado de honores, pero diseñado para servir a
personales voluntades.
Ha sido el encuentro interreligioso lo que nos ha
proporcionado la gracia de conocer a Joxe hace ya seis
años. Pocos dudan a estas alturas de que por ahí avanza
el futuro: credos que se encuentran, se nutren, se
recrean y juntos testimonian fe y esperanza ante el
mundo. Pocos dudan que el camino es sumar y no restar,
es colaborar y compartir, es unirnos en el supremo
respeto de la diversidad, es comunión en la esencia y
pluralidad en las formas.
El
único inconveniente es que esos pocos adictos a la
palabra última y la unidad uniformante, aferrados a sus
gastados catecismos, prebendas y privilegios, pretenden
gobernar la Iglesia. Sin embargo nada pueden los
adalides del pensamiento único ante el progreso de la
conciencia.
Las palabras de Joxe en su escrito son las nuestras
cuando apunta que se diluyen las fronteras entre los de
dentro y los de fuera de la Iglesia oficial: “…todos
somos buscadores, peregrinos, hermanos, y todos nos
movemos, vivimos y somos en el corazón de Dios.”
Mientras un nuevo “nosotros” cobra un color, una
fuerza incontenible, una amplitud hasta ahora
desconocida, el “nosotros” monocolor y caduco, limitado
a los adeptos a los dogmas y doctrinas incontestables,
trata de eternizarse por la fuerza de la imposición.
No
hace falta atravesar Gibraltar para toparse con las más
rígidas expresiones del fundamentalismo religioso.
Sr. Munilla, Vd. ya se ha revelado en su verdadera faz.
Demasiado pronto ha acabado el “paripé” que se montó
ante los medios de comunicación, simulando una actitud
conciliadora.
Cuesta creer que Vds., tal como afirman en la nota
emitida por el obispado sobre el caso, vayan a trabajar
por la unidad en el seno de la Iglesia, máxime cuando
la verdadera Iglesia de Jesús ni siquiera se ciñe
al ámbito en el que Vds. pretenden ejercer su férrea
autoridad… Hay mucho Jesús más allá del cristianismo
católico, más allá de la Conferencia Episcopal y el
territorio que tratan de delimitar con destierro y
excomulgación.
No sé si Vd. es consciente de hasta qué punto amamos las
libertades. No debería yo recordarle que la fraternidad
de Jesús jamás puede encarnar si no es en el marco de la
más absoluta y exquisita libertad.
Vds.
construyen un bunker, no una Iglesia, y entre los
gruesos muros de sus verdades exclusivas, sobre la dura
losa de las pautas incuestionables no puede florecer la
fértil comunión, la gloria, cada día renovada, del ancho
y colorido Reino de Dios.
La libertad es la esencia de nuestra dignidad y la
dignidad es el regalo supremo e irrenunciable de la
presencia de Dios en nosotros. Sr. Munilla, Vd. no tiene
ningún derecho a cercenar las libertades que Dios ha
dado a los católicos guipuzcoanos, menos aún en el
nombre de Jesús. El báculo que le han otorgado no le
permite exiliar la disidencia. Integrar al otro, a la
otra en su sentir diferente es el verdadero reto de la
autoridad de cualquier orden, máxime de quien se atreve
a pronunciarse en el santísimo nombre del Ungido.
La nueva, amplia y universal Iglesia fiel al llamado
inmortal de Jesús, la nueva y eterna alianza de los
hombres y mujeres tocados de fraterno amor, está ya en
marcha y Vds. no la pueden, de ninguna de las formas,
detener porque desborda su institución, porque ya ha
arraigado en lo profundo de millones de corazones de
todas las latitudes.
Aquellas letras invernales que por respeto a la voluntad
de Joxe no llegamos a difundir, entre otras cosas
decían:
“Joxe enmudece y a nosotros nos toca escrutar silencios.
Sobre todo el silencio de la naturaleza ahora blanca e
inmaculada. Esta bendita madre nos dice que todo cambia
y evoluciona. Ese libro universal nos susurra que lo que
no muta y se adapta, muere…
Sólo sepas que no estás sólo en tu invierno, en tu
silencio, amigo, hermano Joxe. Aguardamos la primavera
contigo, agazapados en la espesa nieve. En el más frío
invierno la naturaleza no calla y nuestra fe no tirita.
Preparemos nosotr@s también la primavera de una libertad
consagrada, de unos credos reencontrados.”
“Sólo
callaré ante el Misterio”, dice Joxe en la carta de
respuesta a la imposición de silencio por parte del
obispo de la diócesis guipuzcoana. Al igual que nuestro
amigo perseguido, sólo callaremos ante el Misterio
sublime, indescifrable, que nos deslumbra y nos postra,
el Misterio del amor infinito, único capaz de aplacar el
arrebato de estas palabras.
Koldo Aldai
www.artegoxo.org