"SE APARECIÓ..."
No se
puede leer el evangelio,
ni
cualquier escrito de hace 2.000 años
con la
mentalidad occidental de ahora.
Las apariciones de Jesús resucitado ¿son reportajes históricos?
Es decir: ¿el resucitado comió pan y pescado en el lago de
Galilea? ¿se elevó a los cielos, poco a poco, hasta que una nube
lo ocultó? etc.
Ningún teólogo serio, que sepa algo de sagradas escrituras
entiende esos pasajes como históricos.
¿O también es histórico que “el diablo se lo llevó (desde el
desierto) a la ciudad santa, lo puso en el alero del Templo y le
dijo: si eres el Hijo de Dios, tírate abajo” Mt. 4, 5?
Es evidente que todo esto habrá que saberlo entender, y saberlo
explicar. Lo cual supone que, de una vez por todas, nos tomemos
en serio el estudio del evangelio. Es nuestra ignorancia la que
convierte al Jesús de Nazaret en un cómic de superman divino que
ya no se tragan ni los niños. Porque, cómic por cómic, prefieren
los japoneses.
Pero si algo nos ha traído el enorme progreso de estos últimos
años en el conocimiento científico-histórico de Jesús, es
precisamente su absoluta normalidad, la ausencia total de magia
y efectos especiales.
Entonces ¿por qué lo escribieron los evangelistas de esta forma?
Pues sencillamente, porque toda la Biblia, y no sólo la Biblia
sino toda la literatura de aquellas culturas, no sólo la Hebrea,
expresaban lo que querían decir, sobre todo en asuntos en los
que de alguna manera creían que intervenía la divinidad, con
claves, esquemas y enfoques literarios propios de cada pueblo.
No se puede leer ni el evangelio, ni cualquier otro escrito de
hace 2.000 años con la mentalidad occidental de ahora.
Incluso, en nuestro mismo tiempo, si te vas a África y algún
nativo te cuenta lo que está pasando en su tierra o en su tribu
tendrás que entender sus claves de pensamiento y expresión si es
que quieres enterarte de algo. Y no basta con saber su idioma.
La traducción mecánica de palabra por palabra te puede dejar en
ayunas.
Lo importante es estudiar y llegar a comprender qué es lo que
aquel grupo o grupos de primeros cristianos, vieron, entendieron
y consideraron importante transmitirnos. El ropaje y las formas
literarias no deben confundir.
En resumen. Si te quedas en la estrella que camina, con los
magos que vienen de Oriente, con los ángeles mensajeros, con el
cielo que se abre, el velo del templo que se rasga, los muertos
saliendo de sus sepulturas, la piara de cerdos que se precipita
por el barranco o el pez que lleva una moneda en su boca... es
posible que llegues a la conclusión de que todo es una fábula.
Si no te han enseñado a leer y entender el evangelio, como a mí
tampoco me lo enseñaron, y sólo has leído u oído una traducción
literal, y de ordinario mala, comprendo que a tu fe le están
pidiendo demasiado. Y siempre recurriendo a la excusa de que se
trata de un misterio de fe. Cuando, en el fondo, lo único que
hay es ignorancia y pereza.
Volviendo a las apariciones del Resucitado. Una vez leídos los
bellísimos relatos (por ejemplo la huida de dos discípulos a
Emaús), habría que decir: la comunidad de seguidores de Jesús
(más de quinientos según Pablo), los apóstoles y discípulos,- y
antes que todos ellos un grupo de mujeres,- vivieron la
experiencia, con absoluta evidencia, de estar ante el mismo
Jesús que había muerto y que ahora estaba resucitado, ya
glorioso.
Puedes no creerlo, como puedes no creer en la existencia de Dios
Padre.
Yo lo creo. El Padre resucitó a Jesús. Sin esa fe, no merece la
pena creer.
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RESUCITÓ, NO ESTÁ AQUÍ
Sé que
Jesús no está “aquí”, ni “allí”,
ni
“fuera”, ni “dentro”.
Jesús vive
en otra dimensión, en otra orilla.
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