LA
LOCURA DE LAS RELIQUIAS
Durante
ocho siglos, las reliquias de santos y mártires
fueron el centro
de actividad cristiana
para
seglares y clero.
Durante ocho siglos (desde los siglos IV al XII) toda la
cristiandad se articuló sobre las reliquias, - la mayoría falsas
- de santos, personajes del Antiguo y Nuevo Testamento, del
mismo Cristo y la Virgen. Fue la fiebre de las reliquias. Se
compran y se venden. Se roban, se estafan, se inventan. Sobre
ellas se edifican monasterios, abadías, catedrales. Su tenencia
lleva aparejado grandes beneficios y canongías. Son foco de
peregrinaciones y, en consecuencia, de riqueza e influencias. De
ahí que los robos más cinematográficos de la época tengan como
argumento el robo de una reliquia.
Fe absoluta en los milagros y reliquias de santos y mártires
eran el centro de actividad cristiana para seglares y clero.
Según Paul Johnson, “las peregrinaciones a los lugares en que se
guardaban reliquias importantes, comunes a partir del siglo IV,
se convirtieron en el motivo principal de los viajes realizados
durante más de mil años y determinaron la estructura de las
comunicaciones y, a menudo, la forma de la economía
internacional.”
Se conservan algunos inventarios en los que se detalla el
patrimonio de algunas abadías. La abadía benedictina de Reading
(Gran Bretaña) custodiaba:
Un zapato de Nuestro Señor.
Los pañales del niño Jesús.
Pan procedente de la comida de los cinco mil.
Pan de la última cena.
Agua y sangre del costado de Jesús.
Cabellos, la cama, y el cinturón de Nuestra Señora.
Las varas de Moisés y Aarón.
Etc. etc.
Gregorio I descubrió que monjes griegos robaban por las noches
los cementerios comunes romanos para llevar sus huesos a
Constantinopla y negociarlos como reliquias.
No había monasterio, abadía, o sede episcopal que no guardara el
trozo de un santo. 600 años se tardó en levantar una de las más
bellas y armónicas catedrales de la cristiandad, la de Colonia.
Allí se conservan en sepulcros de oro los tres cuerpos de los
tres reyes magos que, como todo el mundo sabe, ni fueron tres,
ni fueron magos, ni fueron reyes. ¿Fueron? Según el cristiano
medieval, sus cuerpos descansan en la Catedral.
Para Roma, la reliquia más importante siempre fue el cuerpo de
S. Pedro. La reliquia más buscada. La de mayor trascendencia
para el Vaticano. El argumento más tangible para defender la
primacía de Roma.
En la historia de la Iglesia cristiana sobran apariciones,
milagros, intervenciones “divinas”, reliquias reales y
manufacturadas. La orografía cristiana del medievo está sembrada
de quincallería divina con poderes indiscutibles: las reliquias.
Y sobre ellas se construyeron leyendas y mentiras históricas que
todavía perduran.
Las reliquias cristianas llegaron a ser la fuente de negocio y
de riqueza más fuerte de Europa. Las reliquias sembrarían una
piedad ingenua, pero no se oculte su dimensión pagana.
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