“NADIE TE QUITE LA ESPERANZA”
Entrevista a Suzanne Powell
La gente no cabe en las
anchas salas donde esta jovial irlandesa, afincada desde
hace veintiocho años en Barcelona, diserta sobre lo divino y
lo humano. Las listas de sus cursos y talleres se llenan con
centenares de personas con meses de antelación. Más que sus
propias y sabias palabras es el entusiasmo con que las baña,
es su discurso alegre y positivo volcado en un perfecto
castellano.
Suzanne Powell tiene el
poder de derribar desde el primer momento, con su perenne
sonrisa, las barreras que entre las personas establece el
convencionalismo. Su única arma es su lenguaje sencillo,
coloquial, pero a la vez profundo, sentido y sincero.
Su español cervantino no
está exento de jerga coloquial. Quizás ella no sea
consciente de la gracia singular que manifiesta cuando habla
en términos de “tela marinera”, “momentos de chute”,
“flipando un rato” o te confiesa que en alguna otra vida ha
sido “porrera”…
Ella gusta decir que no
es más que “una pueblerina irlandesa”, sin embargo nos
consta que ha contribuido a inaugurar una conciencia
universal y holística en la mente de muchas personas que han
llamado a sus consultas, charlas y talleres, siempre
gratuitos.
Apenas nos conoce, pero
no duda en brindarnos un buen trozo de una tarde de verano…
¿Dónde nace tu vocación de entrega desinteresada al mundo?
A la edad de 20 años me diagnosticaron cáncer mortal. Me
prescribieron también un tratamiento muy estricto en cuanto
a los movimientos. Me dieron una posibilidad entre cien de
sobrevivir, si no pasaba por todo el protocolo médico. Tenía
tantas ganas de vivir que no pude comprar esa historia que
me vendía el médico. Sentía un gran deseo de salir de mi
pueblo natal en Irlanda y descubrir mundo, así recuerdo que
le dije al médico: “Lo siento pero es que no tengo tiempo
para morirme. No voy a pasar por ningún protocolo médico.”
Tenía mi año sabático en España ya programado y estaba
dispuesta a que ni un diagnóstico de cáncer me privara de
ese sueño.
¿En esas condiciones viniste a España?
Sí, firmé entonces un papel eximiendo al médico de
responsabilidades. Otro tanto les comuniqué a mis padres.
Fue entonces cuando pegué un grito al Cielo: “Oye, majos,
¿hay alguien ahí arriba…? Es que tengo muchas ganas de
vivir” “Por cierto, que si realmente hay alguien ahí, en
caso de que yo me cure, dedicaré mi vida para dar esperanza,
no a curar, a otras personas que sufran y se puedan
encontrar en una situación similar”. Arriba debieron decir:
“¡Oído cocina…! Marchando una sanación para la Powell que
acaba de hacer una promesa”. Al cabo del tiempo se me fueron
poniendo las soluciones delante y yo como una niña, fui
tomando nota, siguiendo las pistas, cumpliendo las pautas.
¿Qué dijeron los médicos?
Se desorientaron mucho con mi caso. Ellos me confesaron que
algo estaba haciendo bien y me animaron a seguir con mi
propia terapia. A los siete años me citaron en el hospital
con un grupo de médicos. Cada cual estaba más asombrado. Me
preguntaron: “Pero ¿qué has hecho…? No nos cuadra tu caso
para nada. Estás limpísima.” Les expliqué con pelos y
señales lo que había hecho, pero ellos no hacían más que
sacudirse la cabeza, como diciendo: “Eso es imposible…”. Al
final se rindieron. Cada año llaman a mi casa para preguntar
a ver si sigo viva. Han pasado 28 años de aquello y mi madre
dice: “Aquí está la llamada del hospital. La llamada
rutinaria anual.”
¿Ahora toca cumplir, por lo tanto?
En efecto, ahora hay que cumplir. Creo que estoy cumpliendo.
Soy consciente de ese compromiso. En ese camino se me fue el
asma, la alergia al sol, alergias alimentarias y
ambientales… Han llovido bendiciones desde aquel día.
El Maestro Tibetano apunta que cuando nos consagramos al
servicio, los males se olvidan…
Efectivamente, ¿quieres olvidar tus problemas de salud, tus
problemas físicos…?, ayuda a los demás, entrégate a los
demás. Tu dolor de muelas desaparece, cuando ves a una
persona sin pierna por un accidente de moto. Siempre hay
alguien peor que tú.
He visto tus vídeos y he observado a una mujer segura,
entusiasmada con lo que hace, plena de alegría… ¿Dónde nace
todo ello, dónde esa paz, ese entusiasmo…? ¿Dónde te nutres?
De mi niña interior. He aprendido a no tomarme tan en serio,
a reírme de mí misma, a ser observadora de mi experiencia.
También me doy permiso para permanecer triste un día, si así
se da el caso. Se trata de vivir la experiencia de la
dualidad, valorar en definitiva el goce de estar vivo.
¿Con qué pensamiento se levanta a la mañana Suzanne?
A las mañanas me levanto pensando: “Hoy va a ser un gran día
y fluyo”. Me doy permiso para ser yo misma. Me quito esa
armadura de la apariencia, de lo que es preciso manifestar
en cada momento. Me olvido de qué es lo que van a pensar los
demás de mí. Es una forma decir a quienes me acompañan: “Yo
soy así. Por favor acéptame tal cuál”. Esta posición te
aporta un estado de gran relax.
“¡Relájate!”, es lo que digo también a las personas cuando
las veo cargadas de muchos problemas. Por ejemplo animo a
esas personas que acuden a la consulta a pensar que están en
los últimos días de su vida. Ellas optan normalmente por
pensar en el amor, por compartir sentimientos con aquellos
seres que quieren, por decirles cosas bellas, las cosas que
no les han dicho nunca… ¿Qué importancia tiene la hipoteca,
incluso las tareas de la casa... en esa situación? Cuando
después toman tierra de nuevo, no se les ocurre volver a los
problemas que anteriormente les estaban matando.
Apurar el instante…
Así es. Intento vivir buscando el sentido a cada instante. A
la hora de ayudar, trato también de transmitir esta
filosofía de vida. A los enfermos terminales trato también
de hacerlas sentirse vivas hasta el último minuto. Mientras
que una persona respira hay una esperanza de vida, una
esperanza para tomar decisiones de cambio radical.
¿Y la fe y la seguridad de Suzanne, dónde nacen?
Un niño confía en sus padres. Sabe que tendrá cariño, ropa,
comida, abrigo…, todo lo que necesita para vivir. No anda
preocupado, simplemente confía plenamente. ¿Qué es entonces
lo que a nosotros nos impide tener esa fe total? La
codificación mental. Si nos entregamos, debemos abrigar la
seguridad que el futuro será como anhelamos.
Se trata de coger nuestras riendas y observar que somos los
cocreadores de nuestra propia existencia. Se trata de
concluir que cada quien está redactando su historia, que
cada quien es su propio guionista. Cada quien sostiene la
pluma que escribe su relato. Cuando abrigamos dentro de
nosotros esta absoluta seguridad, es cuando comienza la
magia.
El día pasado compartía con mis ayudantes el deseo de hacer
unos encuentros en la montaña. Al término del último curso
que impartí, se me acercaron un hombre y una mujer que son
monitores de esquí y responsables de un complejo deportivo
en los Pirineos, concretamente en Puigcerdá, ofreciéndome
toda su infraestructura. Me quedé ante la pareja con la boca
abierta. Pide y se te dará. Me sorprendí de que ocurriera
tan rápido. Cuando trabajamos por el prójimo vamos
acumulando créditos.
¿Cómo opera ese Banco?
Cada quien tiene su cuenta corriente bancaria de la Divina
Providencia con sus débitos y créditos. Cuanto más créditos
vamos ganando a través de buenas acciones más deudas se van
saldando. Llega un momento en que, saldadas las deudas,
comienzan a hacerse realidad los anhelos del alma. Más
evolución, más rápido el canje. Magia pura y dura. Cuanto
más observador te haces de tu propia vida, más te vas dando
cuenta de la matemática de la acción-reacción.
¿Así que te concedieron “visa oro” en el “Banco cósmico”…?
Para poder sacar de ahí, hay que meter mucho amor. Los
regalos se manifiestan en todo lo que te vas encontrando.
Cuando mi hija quería ir a París, a Eurodisney, vino un
paciente que resulta que trabajaba allí. Me ofreció su
apartamento y la estancia gratuita para las dos. Estuvimos
la Semana Santa entera. Cuando le comuniqué a mi hija la
noticia del ofrecimiento ella me dijo: “Sí eso yo ya lo
sabía. Mis deseos son órdenes”…
¿La sabiduría oculta que compartes en tus conferencias dónde
la obtienes?
La propia búsqueda me ha ido nutriendo. El anhelo de saber
va proporcionando las respuestas. Yo quería aprender mucho,
pero no sabía dónde. Comencé leyendo libros sobre
espiritualidad, hasta que conocí hace 18 años a un ser
maravilloso con el que viajé por el mundo, con el que
aprendí mucho. Estuvimos haciendo obras humanitarias en
Oriente y en América. Se convirtió en mi pareja, en el padre
de mi hija y también en mi maestro. Falleció hace seis años,
pero me dejó llena. Él me enseñó a ser mi propia maestra. Me
contagió la idea de que un maestro nunca pide que le sigan,
sino que pide a cada quien seguirse a sí mismo. El maestro
verdadero ayuda a descubrir al maestro interior que a todo
ser habita.
Lo que comparto en mis conferencias se basa, por lo tanto,
en información que he ido acumulando vida tras vida en mi
propio “disco duro”. Si yo he comido un mango, puedo
compartir esa experiencia con toda suerte de detalles, con
toda confianza. De forma que quien tengo delante, casi lo
podrá saborear. No se puede escribir una tesina sobre un
mango, sin haberlo probado nunca.
¿Has comido muchos mangos?
Sí, mi experiencia es lo único que trasmito. Cada quien es
libre de creerla o no. Si mi experiencia puede ayudar a otra
persona a que explore en su propia experiencia, me quedaré
satisfecha. No trato de convencer a nadie.
Hay momentos, al impartir conferencias, en que yo misma me
sorprendo de los contenidos que estoy compartiendo. Comienzo
a responder a preguntas desde otros niveles. Se trata de una
información que comparto por primera vez y que me viene de
mi propio disco duro interno. Desde otros aspectos de mí,
esa información va bajando y tratando de satisfacer a la
mente estúpida. Aprendo de mí misma desde otras dimensiones
de mí.
Te sorprendes a ti misma de tus respuestas…
Totalmente. El día pasado me formularon una pregunta que yo
mentalmente no podía responder. Sin embargo abro la boca y
la respuesta sale sola. Tuve que oír la grabación para
reparar en lo que yo misma había dicho.
Una y otra vez llamas a retornar sobre nosotros mismos…
Es de suma importancia conectarnos con nosotros mismos, para
saber en realidad quiénes somos, para descubrir la relación
que tenemos con cuanto nos rodea. Basta de acumular títulos
y diplomas fuera, prima volcar dentro.
He podido incluso comprobar que si yo necesito saber algo,
alguien me lo preguntará y yo misma me daré la respuesta. A
menudo me veo dando consejos a terceros que en realidad van
destinados a mí misma.
¿La alegría, que tú por ejemplo manifiestas, puede
representar un puente de conexión interna?
En un momento de gran intensidad en el presente, de gran
alegría por algo feliz que le ha ocurrido a una tercera
persona, podemos alcanzar experiencias de quinta dimensión.
En la quinta dimensión están nuestras familias cósmicas,
está la luz. Si una amiga en la intimidad te confiesa feliz:
“Estoy embarazada”, al decir tú desde tu alma “¡¡Bien!!”, ya
estás rayando esa dimensión superior. En esos instantes
puedes alcanzar una gran inspiración. Las ideas no nacen de
la mente estúpida. Ésta sólo acumula los datos que le has
ido metiendo en esta vida. Las inspiraciones nacen de tu
disco duro interno a partir de experiencias y vivencias
acumuladas en otras dimensiones, en otras vidas anteriores.
Puede ocurrir también que un grupo de personas experimente
por ejemplo unos instantes de euforia colectiva, unas
vibraciones elevadas auspiciadas por un generoso proyecto
común. Esas vibraciones superiores pueden abrir un canal de
inspiración también colectiva. La magia del universo
confabula cuando nos encontramos en mitad de un “chute”
colectivo. Sigue las señales…
¿Hasta qué punto vivimos una vida predeterminada?
Hemos decidido encarnar en tercera dimensión para aprender
de todas las lecciones que esta dimensión nos proporciona.
Igualmente en lo que respecta a otras dimensiones. Hemos de
agotar todas las posibilidades de experiencias en cada
dimensión. No hemos de juzgar a nadie. No hemos de señalar
al drogadicto con el dedo. Seguramente nosotros mismos hemos
pasado por esa experiencia. En el sótano del universo
estamos viviendo una experiencia como si fuera la única. Nos
hemos perdido en la ilusión, en el juego. Nos hemos olvidado
de quiénes somos realmente.
Como grandes seres que son, desde el más absoluto incógnito,
nuestros hermanos cósmicos, que ya han hecho su propio
trabajo, nos pueden ayudar. Orientan a la humanidad en este
proceso. Nos protegen de los eventuales impostores.
¿Hay plan general superior?
La humanidad avanza tras un plan. Cada quien tiene su propia
familia cósmica y sus propios orígenes. Las personas han de
aprender a descubrir la luz verdadera, no las apariencias.
Cuando la familia cósmica se manifiesta no necesita siquiera
presentación.
¿Y hay plan personal?
Antes de venir a encarnar en el planeta cada quien ya hemos
diseñado nuestro plan de vida. Existen acuerdos previos a la
encarnación en los que nos hemos repartido los roles, en los
que hemos acordado ayudarnos en caso de que nos despistemos
en el camino. Estamos jugando ahora a descubrir quién es
quién, pero no podemos descubrir quiénes son los demás hasta
que no descubramos quién es uno mismo. Cuando ya sabes quién
eres tú, se retira el velo y es más fácil descubrir quienes
son los demás.
¿El plan de Suzanne hasta dónde se pueda saber…?
Podemos elegir devolver bien por mal y así provocar un
cambio crucial en el supuesto malhechor, podemos elegir
llevar la linterna que alumbra a los demás, podemos, al
haber vivido ya determinadas experiencias, ser orientación
de otros, pero siempre animando a que cada quien viva su
propia vida. Como ahora las almas tienen prisa agradecen esa
linterna. Sigo enseñando lo mismo que hace quince años, pero
ahora hay más premura.
¿Existen los Maestros, los custodios de ese plan?
Sí y aunque son incomprendidos, saben responder con
compasión. Abrazan con amor a los seres más oscuros.
El problema de los maestros es que los veremos rodeados de
gente, pero en su corazón, en su interior se sienten solos.
Quienes les rodean aún no han descubierto esos vínculos que
vienen de atrás. Se te pueden aparecer incluso esos grandes
seres. Se manifestarán de la forma más sencilla. Jesús te
dirá: “¿Has pasado mala noche, no, tía?”. No te animará a
que te pongas de rodillas, sino que se sentará contigo al
borde de la cama.
¿Cómo entiendes la consagración al prójimo? ¿Entra la
palabra sacrificio en tu vocabulario?
Cuando vives la entrega a los demás desde el amor, no
contemplas ese servicio como un sacrificio. Cuando saboreas
los beneficios espirituales que te proporciona esa entrega a
los demás, compruebas que no hay nada en la tierra que te
pueda reportar más beneficios.
¿No has tenido que realizar una ejercicio de renuncia?
Una madre por amor a su bebé, no le importa sacrificar su
sueño, su libertad, su hambre… Su amor es tan grande que se
entrega incondicionalmente. Si le preguntas a esa madre,
cómo puede sacrificar su vida por su bebé, ella te
responderá que para ella no hay sacrificio. Ella no siente
que pierda nada, sino que está ganando. Te dirá: “Mira, mira
ese bebé que salió de mi vientre... ¿Cómo no me voy a
entregar a él?”
En estos momentos me encuentro como la madre. No sé hacer
otra cosa que no sea esto. No me planteo el estar
sacrificando una vida social, el estar sacrificando una casa
grande, preciosa con un montón de comodidades… Realmente
todo ello supondría para mí una distracción.
Puedo estar sacrificando, eso sí, que un Richard Gere llegue
a mi vida y me haga mimitos y cariñitos, pero aún confío que
ese hombre pueda llegar. Me lo llevaré de viaje y aunque sea
en los descansos estaré muy a gusto con él… (Grandes
risas)
“Suzanne, a veces me dicen los alumnos, ¡cuánto amor, cuánta
entrega, cuánto sacrificio…!” “¿Quién, yooo…?”, les
respondo. Yo disfruto mucho con lo que hago.
¿Proyectos cercanos dentro de ese proyecto de entrega?
Me han ofrecido recientemente un gran edificio para instalar
un centro holístico que beneficie a la comunidad. Siento que
me han entregado un gran regalo. Deseamos formar allí una
plataforma holística de cuerpo alma y espíritu, que
proporcione esperanza a personas que no la tienen. Este
centro se llamará Zenity, así la ha bautizado mi hija. Vamos
a crear el sueño de muchos, no el mío.
Estamos abiertos a voluntariado para el proyecto, así como a
profesionales, médicos y terapeutas. Mi aportación se
mantendrá altruista. Seguiré impartiendo los cursos de forma
gratuita y solidaria. A largo plazo, la idea es que Zenity
sea el comienzo de una red de centros holísticos de
semejantes características que se expanda por todo el mundo.
Ya nos han hecho propuestas para comenzar a trabajar en
Madrid y en Argentina.
Se trata de juntar a profesionales convencionales,
ortodoxos, con otros adheridos a la medicina alternativa o
complementaria. También queremos reunir a terapeutas de la
medicina energética, psiquiatras, psicólogos…, todo dentro
de una misma filosofía de vida, es decir de ayuda al
paciente de una forma holística. Queremos dar cabida también
a talleres de cocina, alimentación, espiritualidad…, así
como formaciones diversas. No faltará tampoco un bar de
zumos…
¿Cuál es, por último, la esperanza que quisieras contagiar
al mundo?
Que una persona mientras respira alberga esperanza. Si una
persona está enferma y desea vivir y encontrar un nuevo
camino, agarre la esperanza por más que los médicos no se la
proporcionen. Que nadie te quite la esperanza, por fatal que
sea el diagnóstico que te hayan dado. Zenity se llamará “el
centro holístico de la esperanza”.
Si yo hubiera hecho caso a los médicos que hace veintiocho
años me dijeron que tenía un noventa y nueve por ciento de
posibilidades de morirme, ¿dónde estaría hoy? Yo digo
siempre a los pacientes: “Si yo puedo, tú puedes. Siempre
hay un ángel presto a llamar a tu puerta. Que nadie te quite
la esperanza”.
Koldo Aldai
agosto 2011