14
DE NOVIEMBRE DE 2007
Es
el cumpleaños de José María Mardones. Me imagino que en
el cielo seguirán celebrándolo. Y lo harán con un gran
pastel solidario. A menos que lo celebren el 23 de
junio, que es su cumpleaños en aquella vida. Porque,
claro, es una nueva vida. Pues así como aquí salimos del
seno materno y venimos a la luz del día, del mismo modo,
al morir, salimos del pequeño seno de este mundo y
amanecemos en el infinito seno de Dios. Pero hoy también
lo celebrarán, porque allá están siempre de fiesta de
bodas.
Quería recordaros este día del cumpleaños terrenal de
nuestro querido hermano, porque hay realidades de las
que uno se da cuenta cuando desaparecen. Fue un regalo
de Dios. Pasó a nuestro lado como un viento potente, no
tempestuoso, sino impetuoso. Notábamos que nos envolvía
de cariño y energía. Y sentíamos que nos daba vida. Pero
no caíamos en la cuenta, hasta que se fue, de que aquel
viento llevara consigo tantas simientes que esparcía a
lo ancho y largo desde su persona.
Cuando se nos fue nos dimos cuenta. Hay presencias que
sólo se entienden cuando se transforman en ausencias.
Hay vientos que sólo se captan del todo, cuando terminan
su recorrido. Si han sido furiosos, dejan destrozos. Si
han sido impetuosos, dejan vida. Y esa vida sigue
generando más vida. Así es este cumpleaños. ¡Cuánta vida
escondida en mil corazones que recibieron caricias de
aquel viento impetuoso! Eran abrazos intensos, que te
encogían el cuerpo y te ensanchaban el alma. Y uno se
olvidaba de que le apretaba un sabio, porque sentía que
le caldeaba un hermano.
Y
cuando cumplió su recorrido, aquel viento se hizo tan
suave, que desapareció antes de que nos diéramos cuenta.
¿A dónde te fuiste, viento impetuoso, que nos dejaste
sin aliento, cuando te llevaste todo el aire tan
velozmente? Creíamos que te lo llevaste. Pero no pudiste
llevártelo todo, porque nos quedaron las simientes que
esparciste en nuestros corazones. Y esas simientes
seguían fructificando mientras llorábamos, hasta
convertirse casi en alegría, cuando vemos las flores y
los frutos.
Feliz cumpleaños, hermano José María. Y guárdanos un
trozo de ese pastel solidario, para cuando vayamos a
verte, que va a ser bastante pronto, en el vuelo
supersónico de la gran misericordia.
Francisco Loidi