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reconocer a los hijos

es una obligación legal

  


El permiso que el Vaticano diera a los sacerdotes para que reconozcan a sus hijos, no es más que la obligación que todos los ciudadanos tienen respecto a la paternidad y que está en todas las legislaciones del mundo.


En nuestro ordenamiento legal, la paternidad no es una opción sino una obligación. Por ello, si un padre no reconoce a su hijo concebido fuera del matrimonio (porque dentro de él todos se consideran hijos, salvo prueba en contrario), la madre, en representación del menor, o el hijo cuando tenga más de 18 años, puede reclamar judicialmente que el padre lo reconozca y adquirir así todos los derechos derivados de ese estado civil.


No hay excepciones en nuestro ordenamiento legal. Nadie puede alegar ninguna condición especial para exceptuarse de reconocer a un hijo si así se lo requieren judicialmente y de las pruebas surge indubitable su condición de padre del accionante.

 

Por ello, cuando la semana pasada un diario italiano informó que el Vaticano permitiría a los sacerdotes reconocer a los hijos que hubieren concebido en violación a la obligación de celibato que impone a los mismos la ley canónica, nos preguntamos si la Iglesia Católica y sus integrantes se encuentran exceptuados de cumplir las leyes civiles de los países donde actúan. La obligatoriedad del reconocimiento de los hijos, cuando se ha comprobado fehacientemente la paternidad, es común a todos los países del mundo.


Un interés material


La noticia, dada a conocer por el diario La Stampa, también hacía referencia a que el Vaticano permitiría a estos hijos tener derecho a los bienes de su padre sacerdote. Aquí está el meollo de la cuestión. No sólo se trata para la Iglesia Católica, de prohibir las relaciones sexuales de los sacerdotes, sino también de impedir que la prole fruto de esas relaciones prohibidas tenga derecho, como disponen las leyes civiles sobre el derecho a la herencia, a reclamar los bienes de su padre.


El mismo día que el diario La Stampa daba a conocer esta noticia, se conoció también la desmentida de la Santa Sede, con la cual la jerarquía de la Iglesia Católica se coloca por fuera de las normas legales que protegen los derechos de los hijos.


En abril de este año, al escribir sobre el caso del presidente paraguayo Fernando Lugo, quien había sido obligado por sentencia judicial, a reconocer a un hijo concebido mientras era obispo, dijimos que uno de los impedimentos más grandes para la Iglesia Católica de reconocer el derecho de los sacerdotes a casarse y tener hijos era de contenido económico.

 

"Al no tener familia -reconocida, al menos- los bienes de los sacerdotes a su muerte quedan para la Iglesia. En cambio, si se aboliera la obligatoriedad del celibato, habría que proceder a dividir claramente el patrimonio de la Iglesia del de los curas, que son los administradores de este patrimonio y de todos los negocios que involucran a ésta. Al fallecimiento de los sacerdotes, sus herederos podrían reclamar bienes supuestamente de propiedad eclesial".


Avalancha

Según La Stampa, la propuesta de Roma sería garantizar los derechos de las mujeres e hijos de los sacerdotes con un contrato civil que no les excluya de la herencia, permitiendo que la prole reciba el apellido de su padre y a éste seguir ejerciendo su ministerio. El diario agrega que los hijos heredarían los bienes personales del sacerdote, mientras que los "bienes de beneficios eclesiásticos, propiedad de la Iglesia, seguirían en manos de ésta".


El diario español El País, estimó que, si realmente el Vaticano aceptara el reconocimiento de los hijos de los sacerdotes, se produciría una avalancha de procedimientos judiciales para el reconocimiento de esos hijos. Y esto, sumado a la multiplicación de causas millonarias como las que se tramitan en los Estados Unidos, por abusos sexuales de los curas, preocupa muchísimo al Vaticano.


Como se ve, lo que mueve al Vaticano es proteger sus intereses patrimoniales y no parece tan preocupado por atender las necesidades de los hijos de sus sacerdotes. Lo más grave es que la máxima autoridad de la Iglesia Católica, representada por el papa Benedicto XVI, quien recientemente se mostró muy preocupado por la pobreza en Argentina, pretenda ponerse por fuera de las leyes civiles que protegen los derechos de los niños cuyos padres -en este caso, sacerdotes- no se hacen cargo de las obligaciones que la ley impone, sin excepciones.


Nada de autocrítica


En la información del diario italiano, se citan declaraciones del teólogo Gianni Gennari, sacerdote casado tras obtener dispensa papal, para quien sería "injusto" que las diócesis deban responder con su patrimonio por las "infidelidades y mezquindades de los sacerdotes" que no acatan la obligación del celibato. Por ello es que el Vaticano impulsaría la distinción entre los bienes parroquiales y los de los sacerdotes.

 

Para Gennari, esta iniciativa de la Iglesia busca su protección frente al comportamiento de algunos curas que "no han sabido asumir sus responsabilidades ante los hombres, ante Dios, ante la Iglesia y sobre todo ante las mujeres que han implicado ilícitamente en sus infidelidades".

En estas afirmaciones, aún proviniendo de un sacerdote casado, queda muy claro que el Vaticano responsabiliza a los sacerdotes "irresponsables" y a las mujeres que los harían incurrir en la violación al celibato, por todos los reclamos de paternidad que afrontan en todo el mundo. No hay ni siquiera un esbozo de autocrítica por mantener una posición tan anacrónica como antinatural, tal la prohibición de casarse y tener hijos, aún cuando desde fuera y dentro de la Iglesia, crece el reclamo de un cambio de posición.



 

Irina Santesteban

(LA ARENA) Argenpress

 

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