ORACIONES para la EUCARISTÍA    

                             
 

 

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Oraciones para la eucaristía

ORACIÓN Y ACCIÓN

(DOMINGO 16 T.O.)

 

ANÁFORA

 

 

Es justo y obligado que te demos nuestras más sinceras gracias,

porque cuando oramos podemos dirigirnos a ti como a nuestro Padre,

con toda confianza y cariño de hijos.

Somos cada vez más conscientes de que hemos de cuidar

nuestra comunicación contigo, Padre bueno,

y descansar en tu presencia, a solas, en silencio de palabras,

sentir que estás en nosotros, dándonos la vida,

y llenarnos de paz interior y de fuerza

para enfrentar nuestros problemas

y sobre todo para salir al paso de los problemas de los demás.

Padre nuestro que estás en nosotros y nos quieres,

unidos a todos los hombres de buena voluntad,

cualesquiera que sean sus creencias,

queremos bendecir tu nombre y mostrarte nuestra gratitud. 

 

Santo, santo…

 

Gracias de nuevo, Padre santo, por el ejemplo de Jesús.

Recordamos cómo Jesús sabía hacer compatible

la oración con su duro trabajo de misionero itinerante,

siempre dispuesto a ayudar a la gente en lo que necesitara.

Estamos seguros de que vivió en oración desde su juventud  

y que así fue cómo puedo armar y madurar su innovador mensaje.

Nos enseñó luego a orar con palabras sencillas, con el corazón,

en la intimidad de la habitación, cerrada la puerta,

lejos del boato de un culto sólo para la galería.  

Nos mostró cómo debíamos reunirnos con los hermanos

en torno a una mesa, compartiendo comida, ideas y sentimientos,

y recordando su entrega total a la causa de tu Reino.

 

El mismo Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,

te dio gracias, lo partió y dijo:

«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;

haced lo mismo en memoria mía».

 

Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:

«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;

cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».

 

Siguiendo el modelo de oración que nos legó Jesús,

te pedimos, Padre, que sintamos tu presencia real en nosotros.

Inúndanos con la fuerza de tu espíritu,

para que nunca cesemos en la alabanza de tu santo nombre,

pero siendo conscientes de que la única forma de agradarte

es haciendo realidad tu proyecto de vida sobre este mundo.

Ayúdanos a discernir tu voluntad en cualquier circunstancia.

Te prometemos repartir con equidad entre todos

el pan y el agua que nos has dado.

Querríamos saber perdonar de corazón a cuantos nos hubieran ofendido.

Que tu paz nos envuelva a todos los seres humanos

y aprendamos a convivir y a comprendernos. 

Nos proponemos una vez más luchar cada día

por superar nuestras contradicciones,

por hacer el bien en todo momento y arrinconar el mal.

Contamos con tu ayuda, que te pedimos

en nombre de tu querido hijo Jesús, amigo y hermano nuestro.  

AMÉN.

  

  

Rafael Calvo Beca

 

 

PRINCIPIO

 

Alrededor de tu mesa, como hijos pecadores invitados por tu amor,

te damos gracias ya desde ahora, porque nos vas a regalar tu Palabra.

Haz tú que esa semilla arraigue bien en nuestra tierra débil

y vaya cambiando nuestra vida haciéndonos más parecidos a Jesús.

Por el mismo Jesús, tu hijo, nuestro Señor.

 

 

OFRENDA

 

Jesús, tu Palabra, es pan, nuestro pan.

Que este pan cambie nuestra vida y la convierta en pan para todos.

Por Jesús, tu hijo, nuestro Señor.

 

 

DESPEDIDA

 

Gracias por el Pan y la Palabra.

Alimentados y fortalecidos por la eucaristía te damos gracias

porque cuentas con nosotros para trabajar por el Reino,

para hacer más humana la vida de todos.

Gracias, Padre por tu Palabra y tu Pan, Jesús, nuestro Señor.

 

José Enrique Galarreta

 

DESAHOGOS

 

 

Señor, no todas podemos sentarnos a tus pies

y escuchar tus palabras,

absortas en dulces pensamientos.

 

No todas podemos abrirte nuestro corazón

y hablar serenamente contigo

mientras el tiempo pasa.

 

No todas podemos escoger la mejor parte,

la que alguna vez soñamos,

y descansar junto a Ti mirándote a los ojos.

 

No todas podemos retirarnos a orar

cuando sentimos necesidad

o necesitamos consuelo y paz...

 

Mira, Señor: alguien tiene que aguantar al día

con sus más y sus menos,

con sus molestias, golpes e imprevistos.

 

Alguien tiene que cargar

con los diarios quehaceres y sacrificarse

para que esto funcione.

 

¡Ganar para vivir con dignidad

y sostener un hogar con ternura,

es dura tarea en esta sociedad hoy día!

 

Mira, Señor: las hay que tienen que madrugar

a gusto de quienes prefieren orar,

aunque suene mal, muy mal.

 

Y quienes tienen que atender lo doméstico

para que otras tengan tiempo de hacer su gusto,

de meditar y estar contigo.

 

Mira, Señor: también a Ti hubo que atenderte

cuando vivías por acá, de un lugar a otro,

anunciando el evangelio sin sosiego.

 

¡Y bien a gusto te sentías

cuando encontrabas todo a punto:

casa, mesa, ropa y amigos!

 

Mira, Señor, no te rías de nuestros líos

caseros: que si Marta., que si María...

¡La bodega va llena de víctimas de la intolerancia!

 

 

Florentino Ulibarri