un conflicto de comunión eclesial
de la máxima envergadura
El martes salió
publicada la noticia en los periódicos. La editorial PPC ha
pedido a las librerías diocesanas y religiosas de España que
devuelvan los ejemplares de la novena edición del libro
"Jesús. Aproximación histórica», de José Antonio Pagola.
Esta edición cuenta con la autorización, el beneplácito y el
"nihil obstat" del obispo Juan María Uriarte, y ha
permanecido durante más de una año en los almacenes de la
editorial a la espera de un tiempo oportuno para llegar a
las librerías.
Hace dos años,
por estas mismas fechas, a propósito de este contencioso,
inicié un artículo sobre la divinidad de Jesús con las
siguientes palabras:
«El
tradicionalismo eclesiástico español vive en la impostura.
Se siente autorizado para calificar de herejía todo pensamiento católico
que se mueva fuera de sus coordenadas doctrinales. El colmo
de la patraña es el último caso provocado por la reacción
insolente e injustificada de algunos de sus miembros,
supuestamente más instruidos en las ciencias sagradas.
El motivo -o
¿la excusa, quizás?- lo han encontrado en una aproximación
histórica a la figura de Jesús de Nazaret, realizada con
honda pasión creyente, encomiable rigor científico e
incomparable claridad pedagógica. Prejuicios de
tipología diversa, y en gran medida vinculados a la deriva
gnóstica de cristianismo, enturbian su mirada.
Son incapaces
de vislumbrar en "el Jesús de Pagola" -por usar la expresión
descalificadora de alguno de sus críticos- una divinidad sin
poder, una filiación sin privilegios, un señorío sin
potestad, una gloria sin armiño, un magisterio sin dogmas,
un sacerdocio sin culto y una autoridad sin imperativos
categóricos.
"La herida
gnóstica" de su idea de Dios (J. B. Metz) intercepta
inconscientemente el acceso de su precomprensión a la gloria
de la carne de la Palabra que ha puesto su morada entre
nosotros (cf. Jn 1, 14).
Cuando hace
casi un año en el Consejo de Dirección de Iglesia Viva
programamos el presente número y meses más tarde se me
asignó este artículo, no podía prever ni por lo más remoto
lo que hoy está pasando. Conspicuos profesores españoles de
teología confunden el Jesús histórico y el Cristo de la fe;
y miembros de la jerarquía de la Iglesia atisban indicios de
arrianismo allí donde es metafísicamente imposible que los
haya.
Lo primero es
simplemente una necedad teológica que desacredita a sus
autores; lo segundo, sin negar la buena voluntad de sus
mentores, un proceder pastoral no conforme a la verdad del
Evangelio (cf. Gal 2, 14), que confunde la fe de los
sencillos».
Hoy me ratifico
en lo escrito palabra por palabra, aunque entonces un buen
amigo me reprochara cariñosamente el modo tan abrupto de
iniciar el artículo. Es hora de abandonar los circunloquios
y los lenguajes cifrados para hablar de lo que está pasando
en la Iglesia. La insolencia del tradicionalismo es tal
que ha llegado al extremo de desautorizar el "nihil obstat"
del obispo Uriarte.
¿Quiénes lo han
hecho? ¿Con qué autoridad? El atropello eclesiológico y
jurídico es descomunal. La decisión tomada plantea un
conflicto de comunión eclesial de la máxima envergadura,
aunque los obispos españoles miren para otro lado
Actuaciones
jerárquicas como éstas convierten la autoridad magisterial
en un poder frío, ciego e inmisericorde, que hiere a las
personas, confunde la fe y la esperanza de un número
creciente de miembros de la Iglesia e impacta gravemente en
la comunión eclesial.
Dentro de
cien años la jerarquía eclesiástica volverá a pedir perdón
por las tropelías de sus hermanos de hoy, pero será
demasiado tarde, aunque quizás -¿esta vez sí?- lo haga con
propósito de la enmienda.
Son expertos en
calibrar la paja en el ojo ajeno y ciegos para ver el tronco
que ciega el propio (cf. Mt, 7, 3-5). Y así un obispo joven
y con títulos en teología y medicina puede afirmar desde el
púlpito de su catedral que la muerte de un niño aquejado de
cáncer es consecuencia del pecado, sin que nadie ponga coto
a semejante dislate teológico que coloca en una situación
bien embarazosa a la fe en el Dios de Jesucristo.
Tengo razones
más que suficientes para pensar con prudencia que
seguramente esta jerarquía tradicionalista hubiera
llevado al mismo Jesús de Nazaret ante el Sanedrín por
heterodoxo, es decir, "por no ser el Jesús de su
Iglesia".
Javier Vitoria
catedrático de Cristología
de la Universidad de Deusto