SOBRE LA RETIRADA DEL LIBRO DE PAGOLA
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Monseñor Uriarte ha dicho: “El libro es
un intento serio de aproximación histórica, honesta,
documentada y bien hecha.
Decidí apoyar el
trabajo con el
Nihil obstat,
algo que hice con todo el corazón y el alma. Y lo
mantengo».
Han sido muy numerosas las reacciones en apoyo del libro
y de su autor por parte de teólogos, creyentes y, de
modo muy significativo, por 252 sacerdotes de la
diócesis de San Sebastián. También por el Foro de curas
de Madrid. Reacciones a favor no sólo en España, sino en
otros muchos lugares del mundo.
Sin embargo, no deja de ser significativo el silencio
del nuevo obispo de San Sebastián, Monseñor Munilla,
cuando además prácticamente todo el clero de su diócesis
se ha manifestado a favor del teólogo vasco.
MOCEOP quiere unirse a este importante movimiento de
apoyo a José Antonio Pagola y a su obra. Muchos de
nosotros hemos comprado y leído el libro y hemos
sentido cómo nos ayudaba a nosotros y a nuestras
comunidades a entender mejor a Jesús y su mensaje
liberador.
Creemos que estas presiones eclesiásticas obedecen al
criterio de imponer a sangre y fuego el pensamiento
único en la Iglesia, actuando contra quienes no encajen
perfectamente con lo que interpretan que es la ortodoxia
que marca Roma, con Benedicto XVI al frente, que está
tan obsesionado por el relativismo. De ahí a la
dictadura del pensamiento teológico sólo hay un paso.
En
los últimos meses hemos visto cómo se ha prohibido al
teólogo Juan Masiá poder seguir escribiendo en su
blog personal. Al franciscano José Arregi se le ha
condenado a 9 meses de silencio por atreverse a
cuestionar, junto con otros sacerdotes vascos , el
nombramiento de monseñor Munilla como nuevo obispo de la
diócesis de San Sebastián.
Y
hace muy pocos días también una llamada telefónica del
superior provincial de los jesuitas influyó de modo
determinante para que el P. Lamet, no asistiera en
Madrid al acto de presentación del libro “Vivir en la
Frontera” , de Juan Masiá, a pesar de estar ya todo
anunciado y preparado.
Denunciamos estos movimientos inquisitoriales de la
jerarquía católica contra el sector más abierto de los
teólogos y creemos que es necesaria la libertad de
expresión y un sano pluralismo. Y que es deseable un
mayor diálogo entre pastores y teólogos sin tener que
recurrir a posturas tan dictatoriales. Más aún nos
escandaliza esta actitud porque vemos cómo desde Roma
se acoge al sector más conservador de la Iglesia
anglicana y se aceptan las condiciones de los cismáticos
lefebrianos para su vuelta de nuevo a la Iglesia
católica.
También pensamos que este mismo pluralismo es exigible a
los obispos. Sería muy de desear que, en vez de
permanecer todos callados y en silencio viendo como
actúan siempre los mismos, puedan también ellos
expresarse en público, aunque disientan de esas medidas.
Así la gente podría entender mejor que los obispos no
son sólo Rouco, y Martínez Camino.
MOCEOP