POEMAS Y CANCIONES   

                             
                              

 

                             cristianos siglo veintiuno
ÍndicePágina Principal

 

 

 

 

AL CRISTO DE LA AGONÍA REDENTORA

EN EL CRUCERO DE LA CATEDRAL DE SALAMANCA

  

De tanto mirarte aquí,

a la luz de este crucero,

te tengo en mí todo entero,

todo entero estás en mí,

en mi corazón impreso.

 

Y si me miras allí,

allí te verás colgado,

sobre el hombro desmayado

el peso de tu perfil

por la muerte recortado.

 

Y si me ves respirar,

verás que yo en Ti respiro

y que respira conmigo

quien te viene a contemplar

con el corazón herido.

 

De tanto mirarte aquí,

a la luz de este crucero,

te tengo en mí todo entero,

todo entero estás en mí,

en mi corazón impreso.

 

De tanto mirarte, sí,

te he hecho uno con mis ojos.

Así todo es más hermoso

mirado a través de Ti.

En ti he dejado mis ojos.

 

Los he dejado en tu piel,

los he dejado en tus manos,

en la plata de los clavos

y en el dolor de tus pies

por mí así desgarrados.

 

Y he dejado en tu costado

los besos de mi pupila.

Tu costado, que destila

un amor tan desatado

que a fuerza de sufrir, limpia.

 

De tanto mirarte aquí,

a la luz de este crucero,

te tengo en mí todo entero,

todo entero estás en mí,

en mi corazón impreso.

 

¡Oh Cristo de la agonía,

gracias porque no estás muerto,

y cada día, de nuevo,

respiras conmigo, en mí,

desde esta cruz del crucero!

 

De tanto mirarte aquí,

a la luz de este crucero,

te tengo en mí todo entero,

todo entero estás en mí,

en mi corazón impreso.

 

Mercedes Marcos