BROTES DE OLIVO
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QUIÉNES SOMOS
Somos 13 hermanos hijos de Vicente y Rosi:
Ali, Juan, Marisol, Judith, Emilio, Jesús, Francisco
Javier, Rosa Ester, Pablo, Vicente, Amor, Daniel y
Miriam.
Esta historia arranca de una pareja de jóvenes
inquietos, Rosa Escala y Vicente Morales, a los que
además les gusta la música, que deciden unirse y
quieren que Dios sea alguien importante en sus
vidas.
Comenzaron a descubrir en lo cotidiano, en
conversaciones y problemática, carencias y
ausencias, protagonismo e inhibición, una llamada de
atención que les provocaba interiormente una
pregunta: ¿qué quieres de nosotros, Señor? ...Y
comenzaron a nacer hijos - hasta 13 - que desde muy
pequeños se unían al grupo que - año 1971 - comenzó
a conocerse por Brotes de Olivo.
En estos años hemos pasado por distintas fases.
Al principio fuimos niños que disfrutábamos con la
música, y, aunque inconscientes, éramos transmisores
de mensajes y alegrías para muchos.
Fuimos creciendo y tomando distintos caminos según
la elección de cada uno, aunque aún el peso de la
historia manifestaría una alta presencia de
miembros. Al surgir la tierra de Pueblo de Dios se
vertieron muchas energías de la familia en su
edificación, y esto interrumpió, al menos hacia
fuera, la actividad musical. Pero la experiencia era
tan fértil que el mensaje en canción continuaba
fluyendo y la demanda de muchos hizo que de nuevo se
cantara; eso sí, ya con menos miembros "en cartera",
porque había problemas a la hora de compaginar la
misión evangelizando con la misión cotidiana y
personal/familiar.
Y aunque a los 20 años se suscitó el hecho de
abandonar la canción, pudimos llegar a reconocer, al
revisarnos, que esos habían sido años de una gran
riqueza: porque nos habían mantenido unidos y porque
había trascendido a mucha gente por encima de
nuestras debilidades y pobrezas.
En los 25 sentimos que las dificultades no sólo no
nos quitaban las ganas de seguir, sino que nos las
reafirmaban, aunque ya algunos que formaban parte de
la comunidad fueron los que seguían proclamando el
Reino pendiente.
Ante el nuevo milenio las nuevas expectativas -
nuevas canciones, nuevos autores, más gratuidad...-
generan también nuevas esperanzas que toman soportes
nuevos - internet, cd´s, mp3 - y no se riñen con un
estilo pobre y austero alternativo a tanto medio
tecnológico.
Y a los 30 advertimos cómo ese evangelio proclamado
y que ha llegado a tantos lugares sigue dando fruto
abundante y sigue revolucionando la vida de muchos,
que ni tan siquiera llegaron a vernos.
30 años de camino y de canción, encuentros,
convivencias, vida en comunidad, siguen delatando lo
mucho que siente y espera el hombre total de toda la
tierra; lo mucho que tenemos que convertirnos los
cristianos cada día para reafirmar nuestra vocación
de ser alimento; lo mucho que aún queda por
transformar hábitos de vida y pensamiento; por
acrecentar hábitos del corazón sea cual sea el lugar
donde vivamos.
La familia de la sangre y los escenarios fueron el
primer soporte del Mensaje en esta historia. No
dejaba de ser llamativo y de tener gancho incluso
estético. Pero al cabo de los años, a pesar de que a
los conciertos salimos un mínimo de hermanos, hemos
constatado con gozo, y liberados de la
responsabilidad de la historia, que el Mensaje está
siempre por encima del mensajero. Y que por su
enorme riqueza nos mantiene en búsqueda tras del
rastro de Dios.
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