Un poema nacido a partir de la inundación del año 93
(Argentina). El autor cambia el eje de su visión del
mundo, con el surgimiento inequívoco de una mirada
compasiva, luminosa y global. Porchia decía: "La
confesión de uno avergüenza a todos". Mirémonos en el
espejo de Carlos: allí aparecerá, quizás, nuestro
verdadero rostro.
Empezar de nuevo...
Yo le
tenía miedo a la oscuridad,
hasta
que las noches se hicieron largas y sin luz.
Yo no
resistía el frío fácilmente,
hasta
que aprendí a subsistir en ese estado.
Yo le
tenía miedo a los muertos,
hasta
que tuve que dormir en el cementerio.
Más
aún, yo le tenía miedo al espanto,
hasta
que tuve que dormir en el crematorio.
Yo
sentía rechazo por los rosarinos y
por
los porteños,
hasta
que me dieron abrigo y alimento.
Yo
sentía rechazo por los judíos,
hasta
que le dieron medicamentos a mis hijos.
Yo
lucía vanidoso mi pullóver nuevo,
hasta
que se lo di a un niño con hipotermia.
Yo
elegía cuidadosamente mi comida,
hasta
que tuve hambre.
Yo
desconfiaba de la tez cobriza,
hasta
que un brazo fuerte me sacó del agua.
Yo creía
haber visto muchas cosas,
hasta
que vi a mi pueblo deambulando sin rumbo por las calles.
Yo no
quería al perro de mi vecino,
hasta
que aquella noche lo sentí llorar
hasta
ahogarse.
Yo no
me acordaba de los ancianos,
hasta
que tuve que participar en los rescates.
Yo no
sabía cocinar,
hasta
que tuve frente a mí una olla con arroz
y
niños con hambre.
Yo
creía que mi casa era más importante que las otras,
hasta
que todas quedaron cubiertas por las aguas.
Yo
estaba orgulloso de mi nombre y apellido,
hasta
que todos nos transformamos
en
seres anónimos.
Yo
casi no escuchaba radio,
hasta
que fue la que mantuvo viva mi energía.
Yo
criticaba a los bulliciosos estudiantes,
hasta
que de a cientos me tendieron sus manos solidarias.
Yo
estaba bastante seguro de cómo serían
mis
próximos años,
Pero
ahora ya no tanto.
Yo
vivía en una comunidad con una clase política,
pero
ahora espero que se la haya llevado la corriente.
Yo no
recordaba el nombre de todas las provincias,
pero
ahora las tengo a todas en mi corazón.
Yo no
tenía buena memoria,
tal
vez por eso ahora no recuerde a todos,
pero
tendré igual lo que me queda de vida para agradecer a todos.
Yo no
te conocía,
ahora
eres mi hermano.
Teníamos un río,
ahora
somos parte de él.
Es la
mañana.
Ya
salió el sol y no hace tanto frío.
Gracias a Dios.
Vamos
a empezar de nuevo.
Carlos Guillermo Garibay
Santa Fe, 2 de mayo de 2003
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