POEMAS Y CANCIONES   

                             
                              

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LA VIDA DESNUDA

 

 

 

Siempre me atrae la magnificencia de aquel Nudo Original - Energía y Materia - que se desató, y, se desplazó hacia los espacios infinitos.  Allí estuvo todo. Allí estuvimos todos para la inundación de la vida y del espíritu.

 

Así también nací desnudo de aquel abrazo desnudo hacia el sol que desnuda y se desnuda de energías.  Mas mi muerte, que desnudará los huesos de mi alma, me proclama que la vida es desnuda: las raíces se desnudan en sus árboles, en sus frutos y fragancias.  “¿La rosa está desnuda o sólo tiene ese vestido?” preguntaba Neruda.

 

Pero, hay nudos que presencian dolor: aquellos del estómago, los nudos de garganta, el corazón apretado, nódulos por aquí o por allá.  Son los sentimientos atrapados, desencontrados, tronchados, enredados, ovillados y enquistados.  Ellos sin embargo, esperan, esperan y esperan diluirse en algún océano, en una iniciativa generosa, liberadora… Los otros nudos  crecen, se agigantan y ahogan…

 

Mientras más nos afanamos por nuestros atuendos, la vida sonríe pues, nos ve desnudos sin apariencias.  Nos deshoja sea lentamente o también con irrupciones para encontrarnos con nuestras  esencias: desde ellas  recreamos nuestro firmamento, desde ellas veo más allá de la fugacidad y de las insaciables voracidades.  En nuestras esencias saboreamos plenitud.

 

El gusano se anuda, se oruga y se alada en mariposa.  Estuvo atado a la tierra y ahora visita, poliniza jardines.

 

Nuestro desnudo es nuestro sol: es una llamarada hacia la verdad de ser, llegar a ser el que soy.  Simple y sencillamente. Amar es desa–nudarse. Liberar es des-enredarse. La sangre, sin coágulos, fluye regalando vida como río que ríe.

 

La madre natura por doquier inspira y espira su propia autenticidad.  Sus recreos expanden el alma.

 

La vergüenza asoma cuando eclipsamos nuestro ser o también huimos ante los ojos invasores.

 

Comenta el Génesis que los primeros padres paseaban desnudos. Se des–ligaron y necesitaron cubrirse. 

 

Extrañamente, mientras más tenemos más nos distanciamos, más nos protegemos, más muros y corazas, más lejos de nuestras entrañas, de nuestras esencias…  

 

Pero, la vida con sus manos limpias, como el agua que al pasar y pasar redondea las piedras, también nos va alisando, desatando, desa–nudando, desnudando.

 

Ama – necer  es  renacer  a  vernos  ya,  cara a cara.

 

 

 

Pedro Aranda Astudillo

Antofagasta - Chile