(IGC)2
Vayan
por delante mi respeto y admiración por las personas
Implicadas en Grandes Causas (IGC) por su entrega,
dedicación y resistencia.
Pero
no creo ser la única en detectar que, junto a los IGC,
existe también un subgrupo espúreo, vamos a llamarle (IGC)2
y sus miembros, lo confieso, me resultan más cansinos.
Quiero pensar que la intensidad de su Dedicación a
alguna Gran Causa los ha dejado algo turulatos,
trasmutándolos en Sujetos Mono-temáticos, incapacitados
para interesarse por cualquier cosa que no tenga que
ver, por ejemplo, con los Derechos de los Aborígenes de
Nueva Caledonia, la Supervivencia de las Focas Monje en
la Antártida o los Vestigios del Ramayana en la
Espiritualidad Sulpiciana.
Como
están consagrados a Causas (siempre con Mayúscula) de
trascendencia aplastante, al dirigirse a ti consiguen
que te sientas como una insignificante minúscula perdida
en el espacio, una vulgar nanopersona entretenida en
asuntos intrascendentes e indignos de su interés.
Notas
inmediatamente lo poco que les importa quién eres, cómo
te llamas o a qué dedicas el tiempo libre, porque te
miran sin verte y a lo más que puedes pretender, y eso
con suerte, es que dirigiéndose a ti con paternal
condescendencia, te suministren alguna información en
torno a su Gran Causa, dejando caer a regañadientes
alguna de sus migajas y haciéndote notar que lo más
probable es que no te enteres de casi nada.
Como
contraste, me alegra mucho saber lo que hizo Jesús
después de resucitar a la hija de Jairo: en vez de pedir
a la familia su adhesión a un Manifiesto en Contra de la
Mortalidad Infantil y la Infamia de las Prácticas
Abortivas, les recomendó sencillamente “que dieran de
comer a la niña” (Mc 4,43).
Y
todo con minúsculas.
Dolores Aleixandre