¿TODA, TODA LA VERDAD?
Veloces verdades se cuelan en titulares, cuando en el
pasado apenas salían de la privacidad del salón. Nadie
puede callar ya las revelaciones de Wikileaks. De
momento ha conseguido 1.334 webs espejos a lo largo de
todo el mundo. Al pinchar en la dirección de cada uno de
esos espejos, todas saltan a la misma portada con el
rostro sereno y a la vez desafiante del joven fundador
del movimiento.
La verdad corre rauda con los medios de nuestros días.
Aflora antes de que siquiera la imaginemos. Nos
desayunamos cada día con nuevas y rompedoras noticias
¿Pero qué haremos con tantas verdades juntas? ¿Dónde y
cómo las colocaremos de forma que sólo contribuyan al
bien y al progreso de la humanidad en su conjunto?
Bienvenidas las verdades que socavan las dictaduras, que
desnudan a los corruptos, que deshacen las falacias, que
revelan la cruel cara de multinacionales farmaceúticas...,
pero los éxitos en la revelación de muchas verdades, no
eximen de prudencia en lo que a la difusión de otras
respecta. Todas las verdades no necesariamente se han de
ubicar en todo momento y circunstancia.
Ojalá la humanidad se encuentre preparada para encajar
la información que diariamente nos proporcionan los
cables diplomáticos de Wikileaks. ¿Estaremos listos para
toda esta suerte de verdades, para hacer un adecuado uso
de estas gigantescas filtraciones? ¿Tienen los políticos
derecho a un marco de intimidad como el resto de los
humanos, o deberían de manifestarse más sabios y cautos
en cualquiera de las circunstancias?
Afrontamos una serie de cuestiones poco imaginables hace
bien poco tiempo. Las nuevas tecnologías de la
información nos colocan ante dilemas poco comunes en el
pasado.
La verdad no debería causar contratiempo, si estamos en
condiciones de asumirla y hacer un positivo,
regenerador, liberador… uso de ella.
El que Assang y su gente hayan revelado la auténtica y
oscura faz de la monarquía alauí, de Berlusconi, Putin,
Chávez o de la empresa Pfizer, constituye un hecho
evidentemente positivo, pero ¿era necesario poner el
ventilador detrás de absolutamente toda la información
que se ha difundido?
Está en cuestión la madurez de la humanidad para asumir
estas verdades, sin que por ello se azucen rencores y se
pongan en juego vidas humanas. El que Wikileaks haya
facilitado una información fundamentalmente necesaria y
esclarecedora, no quita que pueda haber material muy
sensible que encuentre quizás mejor destino en las
llamas. ¿Vale toda filtración aun a costa de relaciones
humanas y diplomáticas cuidadosamente tejidas?
Nada justifica la feroz campaña que gobiernos y
corporaciones libran contra estos modernos mensajeros.
Conspiran en balde quienes desean controlar Internet.
Tal como apunta Francisco G. Basterra en su alegato a
favor de la prohibición de prohibir, el ciberespacio es
la consagración de la transparencia y de la más ancha
libertad y muestra de las enormes transformaciones que
vivimos.
Triunfa la comunidad en detrimento del deseo de control
de los gobiernos y ello manifiesta un claro avance
democratizador…
¿pero no será preciso también establecer algunas pautas
en esta “infobatalla”?
¿Esta revancha planetaria contra el establishment
en la que se han implicado legión de ciberactivistas
tiene o no sus líneas rojas?
¿Esa “conciencia viva online” (movimiento Anonymus)
que representa uno de los fenómenos más novedosos de
nuestros días, este activismo que ya no camina las
avenidas, puede manejar artillería digital de cualquier
calibre?
¿Amén de sus aspectos emancipadores, no hay también
cierta amenaza de caos tras esta revolución libertaria
que se libra en las pantallas?
Julian Assang para nada merece los barrotes por poner
alas a la verdad. Otro tema es el que le ocupa a la
justicia sueca por sus supuestos abusos a dos mujeres.
La vida es más incómoda para los déspotas y los
opresores, merced a un ciberespacio cada vez más
universal y Wikileaks ha tenido el acierto y valor de
demostrarlo. Ahora bien, ¿conviene por ejemplo que el
último cartucho de información con las claves más
relevantes que cuidadosamente guarda el informático
australiano, cual seguro de vida, se difunda?
Arrojo más interrogantes que conclusiones sobre tan
controvertidos temas. No sé si estaremos preparados
para semejante ducha de verdades, para revelaciones
de aún más alcance que las aireadas hasta ahora.
¿Tiemblan sólo los tiranos y los sin escrúpulos con los
cables de Wikileaks o hay también políticos con algún
grado de buena voluntad que se agitan al amanecer con
cada nueva revelación?
Hay un balance eminentemente positivo en lo que respecta
a estas revelaciones inesperadas. El despropósito y la
falsedad salen a la luz en esta catarsis planetaria sin
precedentes. Quienes mienten a la ciudadanía, abusan,
alimentan explotación, odio, confrontación…; quienes
privan de libertades y conculcan los derechos humanos,
son con Wikileaks más débiles en su peligroso accionar,
pero es preciso estar alertas con los eventuales regalos
que ciertos cables pueden también facilitar a estas
mismas tenebrosas fuerzas.
Hay puentes finamente construidos que se pueden
dinamitar, hay vidas humanas que pueden correr más
peligro. La prudencia y la oportunidad no podrán ser
aspectos menores a la hora de administrar tanta carga de
verdad.
Que no se le escape al fundador de Wikileaks y equipo, a
los medios que están ordenando, extrayendo y aireando la
información, que determinadas verdades en manos de
los enemigos de la libertad y de los derechos humanos
pueden ser pólvora en bruto, capaz de hacer saltar odios
y de desatar grandes olas de violencia.
Aún no ha parado la cascada de noticias sorpresa. Quizás
el turrón nos coja intentando masticar no menos duras
filtraciones. Que sirvan para conocernos un poco más en
nuestros aciertos, en nuestros errores en cuanto raza
humana, que sirvan para la mejora y para la enmienda, de
ninguna forma para fortalecer trincheras y alentar
batalla.
De ella ya aprendimos lo suficiente, de ella sólo
necesitamos curarnos. Bienvenidas las noticias que
pueden contribuir a que el mundo sea un poco más libre,
un poco más justo, pero que en medio de la orgía de
verdades con fecha de caducidad, no olvidemos las
noticias de y para la eternidad, por ejemplo el
aniversario, que en breve celebramos, de la encarnación
del más incondicional amor en un establo de Palestina.
Las verdades no necesariamente tienen altares, pero
seguramente sí tamaño, sí jerarquía. Que ese amor
irrestricto sea motor y amparo de todas las verdades con
las que seguiremos desayunándonos.
Koldo Aldai
www.artegoxo.org
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