GRACIAS, JESÚS, POR TU VIDA
La semana santa es fecha propicia para recapitular,
para apreciar y ponderar toda la vida de Jesús,
no sólo los últimos días, no sólo su muerte,
porque esta sólo fue la consecuencia de su proyecto de
vida.
Es momento de agradecerle a Jesús,
en primer lugar, los años previos a la vida pública,
su preparación personal, su bagaje de conocimientos,
a pesar de los escasos medios de que dispuso,
su madurez humana, su clarividencia, su empatía,
su oración continua, su íntima relación con Dios Padre.
Y después, hay que agradecerle su decisión de salir
afuera,
a predicar el reino,
a revelarnos su visión de Dios como Padre bueno.
Jesús se ha ganado a pulso nuestra admiración y
adhesión,
con su vida austera, entregada a los demás,
con su mensaje de una religión liberadora, solidaria,
revolucionaria, en espíritu y en verdad,
sin sacrificios ni ritos ni templos,
Dejarnos claro este mensaje le costó la vida,
pero no se echó atrás ante la terrible muerte que temía,
y la afrontó con entereza, hasta el último momento.
No fue baldía su muerte porque sigue vivo entre nosotros
y Dios Padre le ha nombrado su Hijo más amado.
Gracias, Jesús, por todos los días de tu vida,
Porque todo lo hiciste bien en tu vida, hasta tu muerte.
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