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LA COPE EN EL BANQUILLO

 

 

Hay medios de comunicación que no te resultan indiferentes. Entre ellos la COPE, donde trabajé en los años setenta. Entonces era una cadena pobre pero honrada. Situada en el extremo del dial, carecía de estrellas del micrófono, tenía escasos programas en cadena, pero se preocupaba mucho de temas sociales, información cercana, y del equipo de fútbol local.

 

Respondía al espíritu del que había nacido: un párroco que transmitía desde su pueblo con una “caja de zapatos”. Yo recuerdo que hice el primer informativo “Iglesia noticia” (el único permitido porque entonces todas las emisoras tenían que conectar con RNE para el “parte”) con Andrés Barriales, y éramos tan pobres que teníamos que usar las tijeras de la sección de Deportes.

 

Ayer sentaron a la COPE en el banquillo. Y digo a la COPE, no sólo a Jiménez Losantos, porque lo que se juzga, más que a un periodista concreto, es una manera de hacer información radiofónica: la descalificación sistemática, el insulto, el mal estilo.

 

Ahora Federico se ampara en la libertad de expresión y en que estaba haciendo una crítica política de Gallardón. Pero sus soflamas, sus simplificaciones, sus caricaturas e insultos mañaneros son sapos y culebras que salen de su boca cada día. A mí eso en cierto modo me da igual. Allá él.

 

Lo que nos preocupa a muchos creyentes es que la COPE sea una cadena de la Iglesia y que nadie ponga dique a tal deterioro. Y la Iglesia somos todos los que la integramos, de múltiples tendencias y partidos.

 

El alineamiento político de cierta jerarquía española es una de las actitudes que más daño nos es está haciendo en los últimos años a la credibilidad de la Iglesia.


Ahora consta que la mayoría de los obispos está en contra, que lo de la renovación de Jiménez Losantos y César Vidal fue al Ejecutivo y que, a pesar de la opinión contraria de la mayoría, Rouco ha decidido prolongarles el contrato por un año.

 

Durante la reciente celebración del 5O Aniversario de mi querida “Vida Nueva” en Roma, por lo visto el cardenal Amigo tuvo alusiones muy claras y Joaquín L. Ortega, un veterano del periodismo católico, se apuntó a lo que tantos sentimos: “Nos duele la COPE”, dijo.

 

Ayer hasta los del PP, incluidos Zaplana, Acebes y Aguirre, dejaron a Losantos en la estacada. Y es que, aunque él los haya apoyado, un periodismo así, que convierte la sana y necesaria crítica en letrina, desprestigia a cualquiera que lo defienda.

 

Pedro M. Lamet

 

Blog “El alegre cansancio”

 

 

Un comentario a través de la red.

 

Hola Pedro:

 

La COPE es la cota más alta de una esquizofrenia generalizada que pretende que convivan el mensaje del evangelio por un lado y la forma incoherente de ser cristianos, por otro.

 

Bautizos, primeras comuniones, bodas, funerales de Estado. están al servicio de unos intercambios y posicionamientos sociales, de forma que todo esto queda muy lejos de una celebración de hermanos unidos en torno al misterio de Cristo vivo.

 

Las Navidades, los encuentros de jóvenes jaleando al Papa, las vestimentas, la distancia entre las prioridades de la jerarquía y de la Iglesia viva, ¿a quién podrán convencer?

 

Los que pueden dirigirnos en la Iglesia transmiten un mensaje devaluado, que no convence pero que rebaja al cristiano y la COPE es el peor espejo donde la Iglesia puede mirarse.

 

Susana