Miedos:
El látigo de los amos
El premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel, en un reciente
artículo, narra un cuento Sufi:
“Iba
la Peste camino a Bagdad cuando se encontró con Nasdurin,
quien le preguntó: ¿A donde vas? ´A Bagdad a matar diez
mil personas´. Después de un tiempo, la Peste volvió a
encontrarse con Nasdurin, que muy enojado le dijo: ´Me
mentiste. Dijiste que matarías a diez mil personas y
mataste a cien mil´. Y la Peste respondió: ´Yo no mentí,
maté diez mil, el resto… murió de miedo”.
La anécdota viene al caso porque ahora que surge el
pánico por la Gripe A es oportuno recordar que las
medidas de alerta colectiva que llevan tanto caos a la
vida cotidiana son, al fin y al cabo, parte de un circo
viejo y conocido. La Gripe A, como tantas otras
“amenazas”, forma parte de la galería de miedos
fabricados industrialmente, en forma sistemática, por
los amos del mundo.
La sociedad de los miedos
En “La sociedad de los miedos”, un libro de reciente
aparición, Pacho O'Donnell recorre el tema.
Cada capítulo incluye la descripción de un miedo en
particular: a ser distinto, a la muerte, a perder lo que
se tiene, al futuro, al fracaso, a sufrir, a la locura,
a la inseguridad urbana, a la vejez, a la soledad.
Algunos conceptos:
- Algunos miedos son exacerbados porque implican una
consecuencia comercial muy atractiva. El miedo a la
inseguridad genera industrias relacionadas con el
blindaje del auto, barrios cerrados, alarmas, guardias
privadas.
- El
amor al prójimo se reemplazó por el temor al otro que te
puede quitar lo que tienes. Se creó un sistema de vida
muy paranoico, muy defensivo. Todo se volvió peligroso.
- Las relaciones entran también en el terreno de lo
light, son fugaces y huyen de cualquier tipo de
compromiso, se desarrollan por medio de mensajes de
texto.
-
También cobran dimensión los miedos domésticos,
como perder el trabajo.
Hoy el miedo es
disciplinante de la sociedad en la que vivimos. Es lo
que te lleva a no despegarte del rebaño. A no hacer
cosas que no se deban hacer o pensar lo que no se debe
pensar.
La sociedad de los miedos se fue configurando lentamente en
las últimas décadas, sobre todo a partir de la hegemonía
alcanzada por EE.UU y sus socios, y el desarrollo de
modernas técnicas de comunicación masiva que permitieron
infiltrar los elementos del cóctel de “amenazas y
peligros” en cada hogar del mundo.
El miedo es un sentimiento nocivo para nuestra salud. El
miedo paraliza, nos afecta y reduce nuestros mecanismos
de defensa natural. Es el más poderoso de los mecanismos
para influir en la conducta de las personas. Por eso
los miedos se fabrican a medida de las necesidades
políticas y económicas de las élites que gobiernan. La
instalación de “peligros” libera partidas
presupuestarias y genera “consenso social” para todo
tipo de fines: la guerra, la compra de tamiflú o el
exterminio de ciertos grupos o individuos.
Los alertas en torno a “amenazas” extorsionan a
congresistas, amordazan a la ciencia y sumen en la
confusión a los ciudadanos. Es la más sucia de las
jugadas mentirosas de los gobiernos, y una de las más
difíciles de desarmar, porque los argumentos se
inmovilizan y el debate se ubica en el terreno de las
emociones:
- ¿Quién no va a tener el sentimiento instintivo de
proteger a su familia?
- ¿Quién va a reunir suficientes elementos como para
desmentir que un hipotético evento futuro NO puede
suceder?
- Y aunque tuviéramos la certeza de que al mal augurio
no va a tener lugar, es difícil evitar la angustiante
duda: “¿Y si me equivoco y sucede?”
El miedo es un eficaz mecanismo de control social, y se
instala mediante la repetición ensorcededora de las
noticias.
El mito del caos global
Los ciudadanos olvidan frecuentemente que los noticieros
son una fuente de entretenimiento, no de información. Se
diseñan con la lógica de un espectáculo, no de un culto
a la verdad. Son un menú atractivo de imágenes y
sonidos, no un reflejo de la realidad. Por eso sus temas
preferidos deben tener nombres cortos, conceptos
simplificados fácilmente transmisibles, y contenidos de
alto impacto emocional que emparentan las noticias con
las películas de ficción.
Un repaso por algunos muy obvios: piratas, delincuencia,
gripe aviar, ántrax, abejas asesinas, armas de
destrucción masiva, terrorismo, Bin Laden…
Sólo basta investigar un poco y abstraerse de la
atmósfera mental que crean los noticieros para verificar
que los verdaderos peligros normalmente no son noticia,
ni figuran entre las prioridades de los poderosos.
Hay
fenómenos simples y antiguos que se llevan millones de
vidas cada año. Un ejemplo: la FAO señala que cada día
mueren de hambre más de 35.000 niños. Nunca hemos visto
una campaña que salga a detener ninguna de estas
“amenazas” letales, ni millonarias inversiones, ni
tampoco un conteo periodístico día por día en torno a la
cantidad de muertos.
Compárese con la cantidad de muertos por Gripe A en el
mundo, alrededor del millar. Compárese además el
presupuesto destinado a “combatir estos flagelos” y la
atención pública prestada por parte de los medios y las
élites gobernantes. ¿Tiene proporción?
Pino Arlacchi, un sociólogo italiano, en su último libro
“El engaño y el miedo” llama "el mito del caos global",
a la secuela de previsiones funestas, choque de
civilizaciones, amenazas planetarias, reclamos de
seguridad y necesidades de defensa -militares o
policiales- que atormentan a la humanidad en nuestro
tiempo cargando a los individuos de angustias
inmotivadas y excesivas.
En su libro demuestra con cifras que nuestro mundo es más
seguro, más pacífico, más democrático de lo que lo fue
antes del último medio siglo. Este mito es el "gran
engaño" a que nos someten los medios, los políticos y
los estrategas militares, con el resultado de mayores
gastos públicos, tensiones y angustias personales.
Claudio Fabián
Guevara
Rebelión