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Entrevista con
Fernando Lugo
Los líderes mundiales se reunieron en Nueva York para asistir a la 63º
Asamblea General de las Naciones Unidas. Su miembro más
reciente es Fernando Lugo que fue investido el mes pasado
como presidente de Paraguay. Fernando Lugo ha sido sacerdote
y tiene mucho conocimiento de la teología de la liberación.
Lo llamaban “el obispo de los pobres” y era conocido por
organizar manifestaciones contra el gobierno y luchar por
los derechos de los campesinos. Tras renunciar a su cargo de
obispo a finales de 2006, participó en la campaña electoral
y ganó las elecciones con una plataforma orientada a la
reforma agraria y a la lucha contra la corrupción.
AMY GOODMAN: Presidente Lugo, bienvenido a Democracy Now! y bienvenido a Estados
Unidos. Usted es el presidente más nuevo del mundo. ¿Cuál es
el mensaje que trae a la comunidad mundial en las Naciones
Unidas?
FERNANDO LUGO: Gracias por esta invitación. Creo que Paraguay está renaciendo a una
nueva República, a una nueva visión del mundo. El Paraguay
está cambiando porque la ciudadanía paraguaya en su mayoría,
el 20 de abril, decidió cambiar el rumbo político de la
historia en nuestro país. Y decirle a la comunidad mundial
que Paraguay se integra totalmente a la comunidad mundial.
Deseamos
una comunidad integrada, sin exclusiones; y también nuestra
comunidad nacional recupera su dignidad. Nos daba vergüenza
escuchar que Paraguay era uno de los países más corruptos
del mundo. Hoy día, en Paraguay, vamos a dar muestras
evidentes de ello y va a ser unos de los países más
transparentes y honestos en su administración pública.
JUAN
GONZÁLEZ: Obviamente usted enfrenta muchos
desafíos, el 70% de la tierra cultivable está controlada por
el 1% de la población, ¿qué piensa hacer en cuanto a reforma
agraria, sobre todo cuando no tiene mayoría propia en la
legislatura nacional?
FERNANDO LUGO: La sociedad paraguaya y los estamentos de la sociedad paraguaya creo
que han llegado a una cierta madurez. Creo que ha llegado el
momento en que los paraguayos nos sentemos alrededor de una
mesa y podamos definir nuestro presente y nuestro futuro. En
referencia a la reforma agraria, esta misma situación. Ya
hemos tenido una primera reunión entre campesinos sin
tierra, las instituciones estatales, los técnicos y los
propietarios de las tierras. Nos hemos sentado a dialogar,
sin muchas diferencias. No nos asustan las diferencias ni el
disenso.
Yo creo
que mientras haya la voluntad para poder sentarnos a
conversar con la herramienta del diálogo y elaborar consenso
es posible que nosotros mismos podamos diseñar una reforma
agraria integral que favorezca a esa gran mayoría de sin
tierra que existe en el Paraguay.
AMY GOODMAN: A usted lo llamaban “el obispo de los pobres”, ¿piensa ser el
presidente de los pobres?
FERNANDO LUGO: El presidente de todos los paraguayos, en primer lugar, sin
exclusiones. Pero si hay que tener preferencias, serán los
indígenas y los más pobres del país que siempre estuvieron
excluidos de todos los proyectos y programas de la Nación.
AMY GOODMAN: Presidente Lugo, cuando nosotros entrevistamos al presidente Morales,
poco después de que usted fuera elegido, le preguntamos qué
tenía para decirle, y él dijo “Bienvenido al eje del mal”,
bueno, en realidad, dijo “Bienvenido al eje de la Humanidad”
¿Cuál es su respuesta?
FERNANDO LUGO: Yo creo que hay expresiones como “ejes del mal” que no son muy
felices hoy en calificarnos así, entre países hermanos. Yo
creo que el presente y el futuro lo tenemos que mirar con
optimismo y esperanza, porque la mayoría de los ciudadanos
que pueblan nuestros países, los indígenas, los más pobres,
los campesinos no hablan de esa confrontación sino más bien
de una construcción de un mundo mucho más igualitario, mucho
más equitativo, mucho más digno, mucho más humanitario.
Bienvenidos, sí, a todos los mandatarios del mundo a seguir
construyendo. Y por eso venimos a las Naciones Unidas,
porque queremos construir juntos el planeta que nos
merecemos todos los humanos en vivir en este momento actual.
JUAN GONZÁLEZ: Ya que hablamos de temas controvertidos, también ha habido mucha
controversia en relación con la Teología de la Liberación.
Usted llegó a tener conciencia política como sacerdote y fue
un obispo que abrazaba la Teología de la Liberación, que no
está bien vista por la jerarquía de la Iglesia Católica hoy
día. ¿Cuál es el papel de la Iglesia Católica hoy en día en
América Latina? ¿Es parte del cambio hacia el progreso, o
todavía está limitando el progreso?
FERNANDO LUGO: La Teología de la Liberación es una teología que nace en América
Latina. Es una teología pastoral que no puede ser juzgada
desde una perspectiva doctrinal, ni dogmática. ¿Hay
controversias? Sí, porque hay una libertad de pensamiento.
La teología es elaborar un pensamiento abierto, no tiene por
que estar de acuerdo con todos los otros pensamientos de la
Iglesia. Ha tomado una herramienta filosófica, sociológica
importante para el análisis de la realidad.
Es más,
la misma Teología de la Liberación fue considerada por Juan
Pablo II. En su carta que escribe a los obispos de Brasil
dice que la Teología de la Liberación nacida en América
Latina ya forma parte del patrimonio teológico de la Iglesia
universal. Hay un reconocimiento de esa teología. Puede
haber diversas tendencias y dentro de esas tendencias,
algunas pueden ser cuestionadas y otras criticadas.
AMY GOODMAN: Yo sé que le quedan pocos minutos, Presidente Lugo, pero le quería
preguntar sobre el efecto de la guerra en Irak sobre ustedes
en Paraguay, la crisis económica global, y su consejo al
presidente Bush en cuanto al trato con los demás países.
FERNANDO LUGO: Algunos piensan que la guerra en Irak está muy lejos de América
Latina, pero los efectos que hoy produce es un efecto
planetario. Yo creo mal un país podría provocar una guerra
en una parte del continente y querer provocar la paz en otra
parte del continente. Yo creo que los líderes mundiales que
traspasan los límites de nuestros países nos exigirán
coherencia en la política, tanto interior como exterior…En
ese sentido, yo creo que esas contradicciones, esas
controversias, estos espacios de diálogos, de
confrontación—como son las Naciones Unidas—se tienen que
clarificar suficientemente y marcar una línea, la línea de
la humanidad, de la paz, de la verdad, de la justicia, como
la línea que se tiene que construir en el planeta, en el
mundo moderno.
JUAN GONZÁLEZ: Y, finalmente, señor Presidente, le quiero preguntar sobre los
grandes cambios que se han dado en América Latina, cambios
políticos, ¿usted esperaba en algún momento, cuando era
párroco, que iba a haber acontecimientos tan progresistas,
tantos líderes de izquierda y, de hecho, rebeldes llegando
al poder en América Latina?
FERNANDO LUGO: Yo creo que América Latina está cambiando. Más que gobiernos
progresistas o gobiernos de izquierda, como se dice, yo creo
que hay una conciencia ciudadana que ha crecido y que
cuestiona y que marca la dirección que deben tener los
líderes nacionales. Yo creo que la gran fuerza… nosotros
decimos en nuestra Constitución Nacional en el Paraguay que
la soberanía reside en el pueblo, y que ese gran poder
popular, de alguna manera, cuando está organizado, debe
marcar el rumbo de los países. Yo creo que eso es lo que
está pasando en América Latina, la gran conciencia de las
mujeres, por ejemplo, la gran conciencia negra en algunos
países, la conciencia de los indígenas, de los jóvenes, el
tema del medioambiente, son ejes fundamentales que marcan
hoy la política de los líderes en América Latina.
AMY GOODMAN: El presidente Chávez le dio la espada de Bolívar en San Pedro, ¿cuál
fue el significado de ese gesto?
FERNANDO LUGO: Después de doscientos años de que hayamos conquistado la
independencia en Paraguay vuelve a retomar una importancia
significativa. Yo creo que lo mismo pasa con Bolívar. Cuando
muchos de nuestros países se han dividido, hacemos uso de
una persona que quiso unir América Latina y soñó con una
patria grande. Yo creo que eso es lo que pasa en América
Latina hoy, y sobre todo con Bolívar.
Y esta
espada de Bolívar es una cuestión simbólica, porque hoy
nadie piensa en utilizar la espada para decapitar a nadie…
sí, yo decía en San Pedro, vamos a usar esta espada para
decapitar la corrupción, la injusticia, la pobreza, en forma
simbólica. Respecto a la guerra de Irak… nosotros rechazamos
cualquier tipo de violencia, provenga de donde provenga. La
violencia nunca trajo solución a ningún problema dentro de
la humanidad y eso los líderes tenemos que entenderlo
definitivamente.
Amy Goodman y
Juan González
(es sólo una parte de la entrevista)