ODIOS PÚBLICOS,
AMORES SECRETOS
Lógicamente no me queda mucho para decir mi último adiós
a los que han vivido conmigo. Tengo 75 años.
Me
despediré de los hombres y las mujeres, seguramente sin
aclarar casi nada de mi vida. A muchos he ofendido, a
muchos he amado. A los que ofendí quizá no he pedido
perdón explícitamente.
Aunque reconozco que desde que me siento viejo repaso
con frecuencia sus nombres y pido al Señor que, de mi
parte, les compense mis deudas. Espero lo haga. No
importa que ellos nunca se enteren que yo se lo pedí a
Dios. Es una práctica que me atrevo a recomendar: cada
uno debería repasar la lista de sus ofendidos y rogarle
a Dios que les compense. No sólo serena tus recuerdos
sino creo, que Dios hará esos encargos.
Me
temo, sin embargo, que aquellos hombres y mujeres a los
que amé y nunca se lo dije, nunca lo van a saber. ¡Y es
tan bello saber que alguien me ha amado! ¡Y yo sin
saberlo! ¡Y tú sin saberlo!
Hay
muchos a los que amé y nunca se lo dije. Es como un amor
a medias. Como un amor sin eco. Flor sin olor.
La
mayoría de las veces nuestros odios son públicos, y
nuestros amores secretos. Siento rabia porque las cosas
tengan que ser como son.
¡Qué
extraño es esto de la convivencia! ¿Quién ha organizado
esta sociedad, este modo de convivir de los hombres?
Está mal visto que yo le diga a un gran amigo que le he
querido mucho. Me acusarían de maricón. Quizá nos
acusaríamos mutuamente de homosexualidad. Y nos morimos
sin saber que nos hemos amado.
Me
voy a morir sin decir las cosas más bellas. Los insultos
sí los he dicho todos o casi todos. Pero me voy a llevar
al crematorio las flores más bellas que nacieron en mi
huerto interior.
Habían muerto Saúl y Jonatán.
Jonatán ¡cómo te quería!
Tu amor era para mí
más maravilloso
que amoríos de mujeres.
2 Sam
1, 26
Esta
simple comparación colorista ha provocado comentarios
fuera de tono. Incluso en el parlamento israelí.
Había
muerto Lázaro:
“A Jesús se le saltaron las lágrimas. Los judíos comentaban:
-¡Mirad cómo lo quería!
Jn11, 35.
¿Por
qué no escriben otra leyenda a lo Leonardo da Vinci?
Pienso que seguimos sin saber quién y cómo era Jesús de
Nazaret.
Luís Alemán