El cristianismo de base marcó
al ecuatoriano RAFAEL CORREA
De misionero seglar salesiano a presidente
En un continente marcadamente católico, referentes de la
nueva izquierda dejan de lado el materialismo dialéctico
y el laicismo republicano para apoyarse en el mensaje
transformador de la Teología de la Liberación.
La Teología
de la Liberación llegó al poder en Ecuador. Marcado por
una educación católica durante toda su vida, el
presidente Rafael Correa es abanderado de esta
ideología, que tiene como principios la opción por los
pobres y el desarrollo humano.
Correa aboga por una revolución ciudadana, consistente
en el cambio radical, profundo y rápido del sistema
político, económico y social vigente. “Un verdadero
cristiano no puede permitir este nivel de desigualdad”,
enfatizó durante su campaña, en la que se definió como
un humanista, cristiano y de izquierda. “Humanista
porque para mí la política y la economía están al
servicio del hombre. Cristiano porque me nutro de la
doctrina social de la Iglesia, y de izquierda porque
creo en la equidad, la Justicia y la supremacía del
trabajo sobre el capital”, afirmó el mandatario.
Correa nació en un hogar de clase media baja y comenzó
su formación religiosa desde pequeño, ya que sus padres
tenían profundas convicciones católicas. Realizó los
estudios primarios y secundarios en el Colegio San José
La Salle de su Guayaquil natal y pasó la infancia y la
primera juventud en la parroquia de Pedro Carbo, donde
se introdujo en el movimiento Boy Scout y colaboró con
los padres lasallistas en actividades culturales y
religiosas. Sus compañeros de escuela lo recuerdan como
una persona justa, que se enfrentaba a quienes
pretendían abusar de los más pequeños, una cualidad que,
según dijo el propio Correa, extenderá al gobierno.
Logró su formación académica gracias a las becas que
obtuvo por ser un alumno aplicado. Su paso por la
Universidad Católica de Santiago de Guayaquil y por la
Universidad Católica de Lovaina-la-Nueva de Bélgica, un
centro íntimamente ligado al humanismo renacentista,
donde estudió Economía, continuarían fortaleciendo los
valores cristianos que le inculcaron de niño.
Pero lo que lo marcó para siempre fue el voluntariado
que realizó durante un año –entre 1986 y 1987– al volver
a Ecuador. Correa participó de la misión de los Padres
Salesianos en la parroquia rural Zumbahua de la
provincia de Cotopaxi, de población mayoritariamente
indígena. “Allí hice mi verdadera maestría”, suele decir
Correa. Es que palpar las precarias condiciones de vida
de los indígenas, que incluso afectaron su salud al
contagiarse de “rasca bonito” (escabiosis), conmovieron
su juvenil espíritu.
“Correa tiene una gran sensibilidad social, que deriva
de su formación religiosa. Cuando uno está con gente más
pobre, queda marcado. Se siente llamado a hacer algo por
la gente más pobre”, afirmó el ex sacerdote Eduardo
Delgado, quien fue rector de la Universidad Politécnica
Salesiana.
En Zumbahua el joven Correa catequizó, fue profesor de
matemáticas, capacitó a maestros indígenas y creó una
red de microempresas rurales. Entre sus alumnos figuró
incluso el actual prefecto de Cotopaxi, Cesar Umajinga.
Correa tuvo quizá su contacto más cercano con la
teología de la liberación durante ese año en la sierra,
ya que en la misión de Zumbahua los salesianos buscan
combinar la evangelización de los campesinos indígenas
con su desarrollo humano, basándose tanto en la Teología
de la Liberación como en la pedagogía del oprimido de
Paulo Freire.
El lugar significa tanto para Correa que un día antes de
la asunción oficial, se celebró un ritual en Zumbahua en
el que representantes de pueblos indígenas le entregaron
el bastón de mando y lo limpiaron de “malas energías”
como una forma de ratificar su respaldo. El ritual contó
con una misa a cargo del padre salesiano Luigi Ricardi,
y en ella se recordó al fallecido monseñor Leonidas
Proaño, referente de la Teología de la liberación en
Ecuador.
Todas estas influencias formaron al Correa que asumió la
presidencia el lunes pasado. El mandatario no tiene
miedo de dejar claro su mensaje liberador, el cual quedó
plasmado en su discurso de asunción. “La nueva
conducción económica del Ecuador priorizará una política
digna y soberana, es decir, más que liberar mercados,
liberar al país de los atavismos y poderosos intereses
nacionales e internacionales que lo dominan; con una
clara opción preferencial por los más pobres y
postergados; y priorizando al ser humano sobre el
capital.”
Su propuesta de gobierno está basada en cinco ejes de
reformas o “revoluciones”: revolución constitucional y
democrática, revolución ética, revolución económica y
productiva, revolución educativa y de salud y revolución
por la dignidad, la soberanía y la integración
latinoamericana. “Correa considera que tiene que ofrecer
todas las posibilidades del Estado para desarrollar
proyectos sociales que disminuyan la inequidad económica
y social del país”, afirmó en diálogo telefónico con
este diario Vladimiro Alvarez Grau, ex rector de la
Universidad Católica de Guayaquil, donde estudió el
economista.
Correa ya dio los primeros pasos en esa dirección.
Duplicó el bono de desarrollo humano, extendió los
plazos a los campesinos en mora con el Banco Nacional de
Fomento, redujo su propio sueldo y los de los
funcionarios de gobierno y se está preparando para la
consulta popular que decidirá sobre la instalación de la
Asamblea Nacional Constituyente. “Mi sueño es ver un
país sin miseria, sin niños de la calle, una Patria sin
opulencia, pero digna y feliz. Una Patria amiga,
repartida entre todos”, sentenció en su asunción.
Virginia
Scardamaglia