Jueves de la 4ª semana (Mc 6,7-13)
Fue enviando a los doce de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe, sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa. Ellos salieron a predicar, echaban demonios, ungían con aceite a enfermos y los curaban.
La llamada y la misión primeros requisitos del Reino
No es probable que al principio de su misión constituyera el grupo de los doce. Menos aún que les enviara de dos en dos a predicar, antes de que se hubieran enterado de lo que Jesús pretendía con su predicación novedosa.
Solo en la experiencia pascual adquirieron poder sobre los espíritus que era la oposición a la religión del amor y la entrega al otro. La opresión más extendida en aquella época era el rigorismo religioso de los jerarcas.
Renunciar a las seguridades es requisito para anunciar el Reino. Si necesito seguridades externas es señal de que no tengo confianza en el Reino. ‘Las dos túnicas’ era un signo de riqueza que muy pocos se podían permitir.
La prueba del rechazo recuerda la práctica que utilizaban los judíos cuando salían de tierra de paganos. Sacudir el polvo de los pies, indicaba librarse de todo lo que se les podía haber pegado y la preservación de su pureza.
Todavía se nota la mezcla del mensaje de Jesús y del Bautista. Para Juan la conversión, el cambio de vida, era la meta. Para Jesús era el primer paso para hacer posible el Reino, al que tenía que seguir la misión.
Fray Marcos