Lunes de la 9ª semana (Mc 12,1-12)

Un hombre plantó una viña, y la arrendó a unos labradores. A su tiempo, envió a un criado a percibir el tanto de los frutos. Los labradores lo apalearon. Envió a otro y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron. Por último envió a su hijo. Se dijeron: este es el heredero, lo matamos y nos quedamos con la herencia. ¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a otros. ¿No habéis oído: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular?

Denuncia radical de la actitud de los dirigentes

Está clara la intención de Jesús al contar esta parábola. Es una constante en los profetas la denuncia de la infidelidad de los dirigentes para con Dios y el pueblo.

La actitud de los jefes religiosos no había mejorado sino empeorado en tiempos de Jesús. El relato resume toda la historia de Israel, incluido lo que iba a pasar (que ya había pasado) con la muerte de Jesús el Hijo amado.

Con la tiranía que ejercen, los dirigentes crean una sociedad injusta, cuyo único objetivo es explotar al pueblo en beneficio propio. Una injusticia continuada que clama al cielo y el mismo Dios tiene que corregir.

Intentan eliminar al Mesías, porque así garantizan que no se restaurará la justicia y podrán continuar con sus privilegios, ahora sin miedo a la intervención de nadie.

Cuando se escribió este evangelio todo eso ya había sucedido, incluido el paso a los gentiles de las promesas que el mismo Dios había hecho al pueblo de Israel.

Es una seria advertencia a los cristianos, que ahora son el nuevo pueblo. Deben responder con fidelidad para dar los frutos que de él se esperan, para no ser rechazados.

 

Fray Marcos