Miércoles de la 10ª semana (Mt 5,17-19)

Dijo Jesús a sus discípulos: No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los Cielos.

Jesús justifica su aparente falta de fidelidad a la Ley

Jesús afronta el malentendido de los letrados sobre su relación con la Ley. Ellos no iban más allá de un cumplimiento literal y externo. Él trata de descubrir en cada precepto el sentido espiritual que humaniza.

Los fariseos tenían el cumplimiento de la Ley como meta máxima para todos. Jesús les hace ver que toda norma es solo un medio para llegar a la plenitud humana.

Jesús nunca fue contra la Ley, pero fue mucho más allá de lo que la Ley proponía. La ‘voluntad’ de Dios es mucho más exigente que cualquier mandamiento.

El cumplimiento literal puede en ocasiones ir contra el bien del hombre. En esos casos el bien de cada persona prevalece sobre las exigencias de una ley fría.

La nueva visión escandalizó a los hombres religiosos de su época, pero fue una verdadera liberación para la gente sencilla que no sabía de leyes pero sabía de vida.

Debemos ser conscientes de que la inmensa mayoría de los dirigentes religiosos de hoy, se encuentra más a gusto con la fidelidad a la norma que con una vida interior que permita a los fieles desarrollar su humanidad.

La advertencia de Jesús tiene hoy rabiosa actualidad. En todo debemos anteponer el bien del hombre a la norma.

 

Fray Marcos