DOMINGO XII TIEMPO ORDINARIO (A)

(Mt 10,26-33)

No tengáis miedo a los hombres porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, ni escondido que no llegue a saberse. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno sólo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros, hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. No tengáis miedo, no hay comparación entre vosotros y los gorriones.

El miedo arruina nuestra vida espiritual

En el contexto se hace referencia al miedo a los enemigos del Reino, es decir miedo a predicar la buena nueva porque se encontrarán con la oposición frontal.

El miedo es un logro de la evolución que permite a los seres vivos acomodarse para enfrentar un riesgo, ya sea preparándose para la lucha o huyendo de lo inevitable.

Pero existe un miedo puramente racional que responde a suposiciones o sospechas. Este puede impedirnos el desarrollo espiritual y arruinar los mejores proyectos.

Los hombres pueden llegar a destruir la vida física, pero nunca aniquilar la persona. Deja claro que ni siquiera la vida biológica es el valor supremo para el que le sigue.

El ejemplo de los gorriones tenía valor en una visión mítica del mundo donde Dios cuida de todos y cada uno de los seres. Pero aún hoy nos enseña que la confianza en el Absoluto es imprescindible para encontrar la paz.

No solo debemos confiar en la realidad, en la vida, en lo que nos rodea sino que debemos agradecer lo que somos y lo que podemos llegar a ser. Confiar es asumir que las posibilidades son mayores que los límites.

 

Fray Marcos