Sábado de la 25ª semana (Lc 9,43-45)
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres. Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.
Muestra el reconocimiento de su incomprensión
La admiración de la gente es comprensible porque, a través de las curaciones y expulsión de demonios, estaba mostrando una auténtica liberación.
Pero se habían quedado en una interpretación egoísta de lo que hacía. No fueron capaces de comprender que solo eran señales de la verdadera liberación que ofrecía.
Durante toda su vida pública no consiguió meterles en la cabeza que su objetivo era muy distinto del que ellos esperaban. La liberación material no era el objetivo.
La oferta estaba tan lejos de sus expectativas que era imposible que comprendieran el sentido. Jesús trastocó todas las previsiones y esperanzas de salvación judía.
Es muy interesante la sinceridad que muestran los evangelistas al reconocer que no entendían aquello. Pero también demuestra una gran perspicacia el decir que les daba miedo preguntar sobre el asunto.
Si les daba miedo preguntar es porque, de alguna manera, intuían que la respuesta no les iba a gustar. Este apunte demuestra un profundo conocimiento de la psicología humana, que prefiere ignorar a afrontar la realidad.
No nos hagamos ilusiones. Estamos en la misma actitud que los apóstoles. Nunca nos ha interesado la oferta de Jesús. Llevamos dos mil años suavizando la cruz.
Fray Marcos