Lunes de la 26ª semana (Lc 9,46-50)

Los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante. Jesús, cogió de la mano a un niño y dijo: el que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante. Juan dijo: hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y se lo hemos querido impedir. Jesús le respondió: No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro.

El creernos más que nadie, nos arruina

Los rasgos esenciales del evangelio están sin estrenar. La gran mayoría de los cristianos seguimos teniéndolo muy claro: el más grande es el grande y el más pequeño es el más pequeño. Todo lo demás son monsergas.

Identificarse con el más pequeño es identificarse con Dios que está identificado con todos sin excepción. Ahora bien, ¿puede haber algo más grande que parecerse a Dios? Él es el único camino de plenitud.

Una vez más está Lc haciendo referencia al problema de su comunidad. Hasta muy tarde se discutió si los paganos estaban o no llamados a formar parte de ella. Muchos creían que primero tenían que hacerse judíos.

Pone en boca de Jesús una actitud que les costó a los primeros cristianos mucho tiempo alcanzar. Jesús no resolvió la cuestión porque en aquel momento no se había planteado. Fue enviado solo a las ovejas de Israel.

El que no se oponga a cualquier clase de liberación del hombre, está siempre a favor del evangelio y de Jesús. El objetivo último de todo ser humano será siempre liberarse y ayudar a los demás a liberarse.

Solo estarán en contra el que se niega a ser libre y el que por cualquier medio impide la libertad de los demás.

 

Fray Marcos