DOMINGO XXIX TIEMPO ORDINARIO (B)
(Mc 10,35-45)
Santiago y Juan le dijeron: concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber? Lo somos. El cáliz lo beberéis, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda está reservado. Los diez se indignaron. Jesús dijo: los jefes de los pueblos los tiranizan, y los grandes los oprimen. El que quiera ser grande, sea servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo. El Hijo de hombre no vino para que le sirvan sino para servir y dar su vida en rescate por todos.
Consumirse sirviendo es la máxima gloria
El relato está escrito desde una visión mítica, por eso no se cuestiona que Jesús se sentará en un trono, aunque no será en este mundo como esperaban los Zebedeo.
Una y otra vez queda patente la dificultad de seguir a Jesús aceptando su propuesta de servicio incondicional. Si tenemos en cuenta que el momento de la gloria fue la cruz, comprenderemos lo absurdo de la petición. Allí había uno a su derecha y otro a su izquierda…
Los otros diez estaban en la misma dinámica, solo que eran cobardes y ni siquiera se atrevían a proponérselo a Jesús. El afán de poder es lo más contrario al evangelio.
El evangelio nos dice por activa y por pasiva que el cristiano es un ser para los demás, si dejo de serlo o me dedico a aprovecharme de todos, dejo de ser cristiano.
Al decir que viene a dar su vida en rescate por todos no hay que aplicarlo a su muerte en la cruz. El texto no habla de su vida fisiológica sino de su vida psicológica. Quiere decir que pone su persona al servicio de todos, no muriendo, sino viviendo para los demás.
Fray Marcos