Lunes de la 30ª semana (Lc 13,10-17)
Una mujer estaba enferma hacía 18 años y andaba encorvada. Jesús le dijo: mujer, quedas libre de tu enfermedad. Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. El jefe de la sinagoga dijo: seis días tenéis para que os curen, no vengáis el sábado. Jesús le dijo: hipócritas. Cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre el buey o el burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?
Desprecio al hombre: cuenta menos que un animal
Una y otra vez propone el evangelio la oposición entre la Ley que ata y el mensaje de Jesús que libera. Guardar el precepto de no trabajar en sábado era más importante que liberar a la mujer de una enfermedad de 18 años.
La insistencia en el rigorismo del precepto sabático indica hasta qué punto era una ley que se había convertido en paradigma de la inhumanidad. Tenía al pueblo paralizado y no le dejaba libertad para ser él.
El jefe de la sinagoga, en vez de alegrarse de la curación de la mujer, la emprende contra todos para que no busquen la liberación. Da a entender con claridad que Dios prefiere que sigan atados a que sean liberados.
El ejemplo del buey y del burro manifiesta la hipocresía del rigorismo. El interés del animal para la economía de la familia era más importante que la persona humana.
Al emplear Jesús el plural, indica que es una enseñanza generalizada. Toda la jerarquía actúa de la misma manera. Solo les importa la Ley, no el bien del hombre.
También hoy se pone la institución por encima del bien de las personas. A los clérigos se les educa en el servicio a la Iglesia por encima del interés de la persona.
Fray Marcos