Jueves de la 32ª semana (Lc 17,20-25)

El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque el reino de Dios está dentro de vosotros. Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer y ser reprobado por esta generación.

El Reino no está limitado por el tiempo y el espacio

El Reino predicado por Jesús es tan distinto a todo lo esperado que fue imposible de aceptar por los judíos e incluso por los primeros seguidores de Jesús. No nos hagamos ilusiones; tampoco hoy lo aceptamos de veras.

Unos y otros esperaban la instauración del Reino de Dios como una acción espectacular de Dios, que daría a Israel o al cristianismo la supremacía material y social sobre todas las naciones y la dirección del mundo.

El cristianismo siguió en la misma tentación y siempre ha predicado un Reino de Dios externo y poderoso que estaría por encima de los poderosos de este mundo. Pertenecer a ese Reino era un privilegio frente a otros.

Es más, no hemos tenido empacho alguno en declararle Rey del Universo. Dentro de dos domingos celebraremos su fiesta. Por muchos matices que le pongamos a esa declaración, sigue estando en contra del evangelio.

El Reino tiene que hacerlo presente el ser humano con su actitud interna, creando un ámbito en el que reine el amor y la preocupación por los demás y haga posible una humanidad cada día más humana.

Se sigue diciendo que está aquí o está allí. Una trampa en la que nos atrapan. No debemos confundirlo con la Iglesia ni con una religión, ni con una sociedad visible.

 

Fray Marcos