Viernes de la 34ª semana (Lc 21,29-33)

En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos: fijaos en la higuera: cuando echa brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes de que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.

Reflejo de la inmediata espera en la parusía

Una vez más trae a colación la rica cultura campesina. Si han aprendido tanto en ese orden de cosas, también deben aprovechar cualquier indicio para adivinar lo que va a suceder en el orden espiritual.

También cuando se habla del futuro está presente la preocupación por el Reino de Dios. Fue la obsesión de Jesús y sigue siendo la de los primeros cristianos.

El ambiente apocalíptico y escatológico en el que nació el cristianismo se refleja en los escritos del NT. Durante muchos años pensaron que el fin iba ser inminente.

El mejor reflejo de esta convicción de un final cercano es que se atreven a poner en boca de Jesús un límite muy concreto al tiempo. Una generación es muy poco tiempo.

En algún aspecto tenían mucha razón, puesto que una generación es precisamente el espacio de tiempo en que todos los seres humanos son sustituidos por otros.

El objetivo de estos textos, que leemos en los últimos días del año litúrgico, es precisamente que pensemos en nuestro final y tratemos de dar sentido a nuestra vida.

Aunque no tengamos la idea de que Dios se entromete en todos y cada uno de los acontecimientos, es necesario tomar conciencia de que hoy puede ser el momento oportuno para dar un cambio a nuestra actitud.

 

Fray Marcos