Miércoles de la 1º semana de adviento (Mt 15,29-37)
Jesús dijo: Siento compasión de la gente, porque llevan tres días conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino. Los discípulos dijeron: ¿De dónde vamos a sacar panes para saciar a tantos? ¿Cuántos panes tenéis? Respondieron: siete y unos peces. Tomó los panes y los peces, pronunció la acción de gracias, los partió y los dio a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron siete canastos de sobras.
La confianza te llevará a compartir lo que tienes y eres
La multiplicación de los panes se repite seis veces en los evangelios. Es el relato que más nos cuesta entender, a pesar de ser el más estudiado y repetido en la predicación. Nos empeñamos en ver en él el poder de Jesús o su capacidad de conectar con los necesitados.
Recordad que fue una de las propuestas del diablo en el desierto y lo que le respondió Jesús: no solo de pan vive el hombre. No vale la excusa de que en esta ocasión lo hizo en beneficio de los demás. ¿Por qué regla de tres lo que es malo para mí puede ser bueno para los demás?
El verdadero milagro consistió en que lo poco que tenía cada uno, lo pusieron al servicio de todos, empezando por los discípulos que entregaron todo lo que tenían. Es la actitud de cada persona lo que me salva de mis limitaciones, no el satisfacer mis necesidades.
Jesús consiguió que muchas personas superasen su egoísmo y se entregaran a un compartir desinteresado. Compartir es la mejor manifestación de un verdadero amor.
Es la clave del mensaje de Jesús, válido para siempre: lo que acaparas buscando seguridades, te empobrece como ser humano. Solo lo que das, confiando, te hace más humano y te introduce en la esfera de lo divino.
Fray Marcos