Jueves de la 2ª semana de adviento (Mt 11,11-15)
En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. Desde los días de Juan hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Los Profetas y la Ley sirvieron hasta que vino Juan; él es Elías, que tenía que venir, si queréis admitirlo. El que tenga oídos, que oiga.
El Bautista, figura clave para entender el Adviento
El trato que dan los evangelios a Juan es contradictorio. Por una parte le ponen por las nubes, incluso Jn pone en boca de Jesús palabras increíbles, pero por otra están siempre advirtiéndonos que no se nos ocurra ponerlo por delante del propio Jesús. Él es el precursor y punto.
La figura del Bautista fue más importante para los primeros cristianos de lo que pensamos. Cuando Pablo llega a una comunidad de la diáspora, pregunta: ¿habéis recibido el Espíritu Santo? Ellos contestan: ni siquiera hemos oído hablar de un E. S. Insiste: entonces ¿qué bautismo habéis recibido? Dicen: el bautismo de Juan.
Esos fieles seguidores del Bautista se han mantenido hasta el día de hoy en alguna región de Oriente Medio. Esto manifiesta la importancia que tuvo, no solo al principio sino durante la historia del cristianismo. La cantidad de iglesias dedicadas a S. Juan Bautista en nuestra patria indica muy bien su influjo durante siglos.
El que Jesús se haga eco de una tradición que esperaba la vuelta de Elías tiene su importancia, pero que él mismo dijera que Juan era Elías que había vuelto, indica una extraordinaria consideración, incluso aunque la frase no sea del mismo Jesús sino de los cristianos.
Debíamos recuperar la veneración por este personaje tan singular y tan venerado por los primeros cristianos.
Fray Marcos