ADVIENTO SEGUNDA SEMANA
Sólo cuando somos conscientes de necesitar liberación y salvación podemos acoger la palabra que nos anuncia la llegada de acontecimientos o hechos cotidianos que nos puede llevar al otro lado. Los anawin o pobres de Yhwh supieron reconocer al Mesías porque en su horizonte, los habitaba esa esperanza de liberación. Quien está satisfecho o evadido, no espera nada y por eso no ve los anuncios de la llegada de nuevas realidades sorprendentes.
En medio de un panorama desolador, el profeta Baruc invita a quienes tiene su confianza en Dios, a una nueva morada, a una nueva época:
Jerusalén, quítate tu ropa de duelo y aflicción, y vístete para siempre el esplendor de la gloria que viene de Dios. Envuélvete en el manto de la justicia que procede de Dios, pon en tu cabeza la diadema de gloria del Eterno. Porque Dios mostrará tu esplendor a todo lo que hay bajo el cielo. Pues tu nombre se llamará de parte de Dios para siempre: «Paz de la Justicia» y «Gloria de la Piedad». Levántate, Jerusalén, sube a la altura, tiende tu vista hacia Oriente y ve a tus hijos reunidos desde oriente a occidente, a la voz del Santo, alegres del recuerdo de Dios.
Días en los que Yhwh habitará en medio de su pueblo y ese “tiempo de Dios”, será un tiempo de justicia y de paz, que reflejará el esplendor de la Energía Divina irrumpiendo en las calles de una ciudad habitada por paradigmas de amor y transparencia. Es necesario hacernos conscientes de que el anuncio bíblico que promete grandeza y bienestar, está unido siempre a la condición de lograrlo: esa condición es la justicia.
Vivir el adviento en nuestro mundo actual, atormentado por tantas guerras, injusticias y arbitrariedades exige de nosotros y nosotras una sensibilidad capaz de ver más allá de las apariencias y también capaz de esperar contra toda esperanza. Precisamente porque el mundo está mal, necesitamos “esperas” y anuncios de una LUZ que ilumine nuestro horizonte. Dios nos acompañará en la construcción de la justicia y el amor: Nuestra mirada ha de detenerse en tantas mujeres y hombres que día a día tejen la bondad y posibilitan un mundo de hermandad, de acogida y abrazos.
Si somos capaces de ver por detrás de las bombas, de las violaciones y múltiples violencias, por detrás de tanta injusticia y deshonestidad institucionalizadas… descubriremos universos de generosidad y manos amorosas. En: las madres que cuidan a sus hijos, las mujeres que acompañan enfermos, los médicos que luchan por la vida, los maestros-maestras que orientan sus alumnos, los hombres y mujeres que cultivan la tierra cada día… El adviento es un buen tiempo para gritar la vida a cuatro vientos y acallar los sones espantosos del mal que quiere desplazar otras rutas. El adviento, kairós que nos permite descubrir el paso de Dios entre nosotros y nosotras.
Oculta y presente en tantos milagros cotidianos de la vida, oculta y presente en el amor que se derrama a manos llenas las 24 horas de cada día por medio de los seres que se entregan y cuidan de los otros… la Energía Divina anuncia y posibilita nuevos tiempos, nuevos amaneceres regados por el agua de la vida naciente. El Mesías visita nuestro mundo, vive en nuestro interior y se hace realidad cuando lo potenciamos, cuando somos capaces de encontrar sus huellas, sus llamados, sus luces.
¡Abramos nuestros ojos al llamado de VIDA que silenciosamente recorre nuestros días y recorre cada rincón de una sociedad muchas veces tan ciega!
Carmiña Navia Velasco
Adviento 2024