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Hubo una época en la que fue condenada a desaparecer, pero el estudio y la investigación teológica en España se resistió a morir. Fue pionero nuestro país en su estudio, en aquella tempranera (en todo el mundo) Universidad de Palencia creada en 1212 para impartir Teología y Artes, y de donde tomó el relevo, solo seis años después la Universidad de Salamanca.

Suprimidas en 1852 todas las facultades de Teología en las universidades civiles españolas, se transfirió su estudio a los seminarios eclesiásticos, aunque tan solo dos años después, el Estado se vio obligado a reabrirlas dado el alto número de matriculados. Todo parecía encarrilado hasta que, en la revolución de 1868, se decreta el cierre definitivo de las facultades de Teología y se elimina esta disciplina de las universidades civiles.

Más de siglo y medio después, la Iglesia en España tiene reconocidas a fecha de 2025 12 facultades eclesiásticas de Teología, muchas de las cuales además tienen centros de estudios teológicos adscritos a ellas. Aunque no existen cifras oficiales (algunas se cuidan de publicarlos), una aproximación a su censo estudiantil arroja una cifra en torno a los 2.000 alumnos en esta disciplina.

La eclosión de estos centros comenzó después de la década de los dos 70 y en los 90 se sumó otro hecho a destacar, reafirmado en la primera mitad de este siglo: la apertura de algunas universidades públicas a volver a acoger en su seno (aunque con abierta desconfianza por una parte de la jerarquía eclesiástica) los estudios de Teología.

Atomización

Según los expertos, la atomización en las últimas décadas de su estudio y la práctica en tantos centros ha podido influir en un descenso en el nivel intelectual de la oferta, restando energías para una mayor creación teológica, pero, también se destaca que esa presencia ha permitido sostener el interés por la teología y el acceso también a ella de un mayor número de laicos.

Pero, ¿qué teología se hace hoy en las aulas españolas? ¿Cuáles son las líneas de investigación de los teólogos en nuestro país? ¿Qué papel juegan las facultades de Teología en el desarrollo de esta disciplina? ¿Fomentan la investigación o son meras trasminaras de conocimiento? Para abordar estas cuestiones hemos recurrido a la voz de algunos teólogos. Y la impresión, como la propia implantación de esta materia, es variopinta, con sus sombras, sí, pero también con algunas luces.

Las generaciones del posconcilio

"Antes del Concilio teníamos en España una teología pre-cocinada y segura, con rasgos de imposición y muerte. Pero cambiaron nuestro escenario, los doctores antiguos callaron y tuvimos la suerte de que en cincuenta años de posconcilio (1965-2015) surgieran en España dos grandes generaciones de maestros, de varios colores, que han creado quizá la mejor teología posible tanto en España como en América hispana. Merecen homenaje, han sido generosos, buenos", señala a Religión Digital Xabier Pikaza, a quien sin duda podemos considerar como uno de esos teólogos que merecen ese homenaje. 

"Ahora, a partir del año 2015 parece que hemos entrado en vía del silencio. Hay algunas repeticiones, neo-catecismos, pequeñas disputas, facultades semi-vacías, seminarios de poca simiente… Y, sin embargo, éste ha de ser tiempo de siembra, con calma, sin agobio, con esperanza", añade el teólogo, durante años referente en la Pontificia de Salamanca.

"No tenemos nada que resolver a fuerza de razones, no tenemos que ganar ninguna batalla, sino vivir en la verdad, recorriendo las diversas travesías de la Biblia, para empezar con ella. No entrar en discusiones con los profesionales de la disputa. No defendernos acusando, no condenar, escuchar (escucha, Israel: Dt 6) a los que hemos mantenido quizá en demasiado silencio, empezando por mujeres y niños, por hambrientos y sedientos, desnudos y extranjeros, enfermos y encarcelados (Mt 25). Tras unos años de escucha podremos hablar, pero sólo si hemos acogido la palabra de Dios en los hermanos, con la Biblia en la mano y en el corazón, sin miedo a la travesía del desierto que solía durar 40 años… Podrán y deberán hablar entonces nuevos jóvenes (mujeres, niños…), pues la mayoría de los llamados teólogos hemos hablado quizá demasiado", apunta en su reflexión el colaborador de Religión Digital.

Exégesis, comentarios y espiritualidades 'sin carne'

“Me llama la atención la creciente importancia que se da en la teología española -en sintonía con la Constitución Dogmática ‘Dei Verbum’- a la exégesis y a los comentarios bíblicos", apunta por su parte Jesús Martínez Gordo, quien añade, acto seguido: "Y también, a las espiritualidades que, en alguna ocasión, me he atrevido a tipificar ‘sin carne’ por la centralidad que en ellas tienen la subjetividad, la mismidad, el silencio, la búsqueda de la tranquilidad o del sosiego. Las he tipificado así porque en ellas no logro escuchar el lamento de los ‘otros Cristos’ que son los crucificados de nuestros días”, señala Jesús Martínez Gordo. 

“Es cierto que hay investigaciones críticas sobre la recepción que se ha venido promoviendo, desde hace cincuenta años, del Vaticano II -prosigue el teólogo vasco-. Pero me cuesta ver otras más propositivas sobre, por ejemplo, la declaración como verdad ‘definitiva’ de que es imposible que las mujeres puedan acceder al sacerdocio ministerial o sobre la supuesta universalidad de la llamada ‘ley moral natural’ y su más que cuestionable fundamento bíblico y dogmático, así como sobre el papel de la razón en libertad en este y en otros asuntos”.

“Supongo -añade el profesor de la Facultad de Teología de Vitoria-Gasteiz- que no abundan este tipo de aportaciones propositivas y potencialmente renovadoras porque una buen aparte de los teólogos españoles no estamos acostumbrados a jugar, crítica y creativamente, en el campo magisterial y sistemático en que se han venido tomando tales decisiones y formulando dicho magisterio. Es probable que seamos más divulgadores del magisterio que investigadores del inédito viable en que también se trasparenta la presencia de Dios -caricia y aguijón o permanente provocación- en la historia de nuestros días”.

“Mirando la incidencia de las facultades de teología en nuestro país, echo de menos una mayor libertad de cátedra, sobre todo, en las facultades más diocesanas. Aprecio las publicaciones en las que se parte del terreno ‘no confesional’, no dogmático ni bíblico, sino del racional, argumentativo, político, económico, sociológico y científico-positivo en el que se mueven la gran mayoría de nuestros conciudadanos”, sostiene el sacerdote de la Diócesis de Bilbao, quien asegura que ‘en sintonía con estos teólogos, creo que el diálogo con nuestro mundo solo es posible asumiendo las reglas de juego que compartimos con nuestros conciudadanos -sean creyentes o no- para, cuando proceda, mostrar la singularidad del discurso teológico y, de esta manera, ‘dar razón de nuestra esperanza’”.

Para Martínez Gordo, “este aprecio por tal modo de proceder y de presencia social no me impide reconocer la creciente necesidad de un mayor protagonismo de la llamada ‘teología pública’, es decir, de teólogos, cristianos y cristianas, que escriban con cierta periodicidad o que se hagan presentes en los medios de comunicación social comentando la actualidad y aportando la visión creyente de la realidad. Y que lo hagamos de manera argumentadamente confesante y, por ello, empática y crítica, siempre que sea necesario; por tanto, para nada, acomplejada o beligerante”.

 

José Lorenzo

Religión digital