col martell

 

Puede ser que los hombres y mujeres de nuestras parroquias estén en un nivel inferior de conocimiento del evangelio. Eso requerirá empezar por comentar el evangelio muy llanamente y muy claramente. Tan importante como que participen en la eucaristía es que tengan una catequesis inicial para que puedan conocer el Mensaje de Jesús.

Muchas personas de nuestras parroquias tienen una formación de sus años de infancia y con ella viven su cristianismo. Desde esa base hemos de partir en el planteamiento de nuestras parroquias: conocer el evangelio.

En una parroquia pedí permiso al obispo y me dejó explicar en tres años –con una hoja que incluía con explicaciones– el evangelio por orden seguido. Y resultó muy interesante. Hubo su llamada de atención desde Roma, pero el obispo personalmente me defendió y justificó ante los cristianos la propuesta. Se hacía en las homilías y luego en grupos.

Tres cursos dan de sí para anunciar consciente y claramente el Evangelio.

Hacíamos una hojas sencillas que reforzaban esa catequesis y así podían anunciar a Jesús e ir descubriendo y viviendo su Mensaje.

¿Sería bueno pretender desde ahora una experiencia así? Aunque quizás haya que reducirla a dos años.

Recuerdo dos materiales que fueron -y creo que pueden ser- elementos interesantes: “Catecismo Alandar” y “Teología Popular” de J.M. Castillo. Ciertamente cambiando, acomodando, a la situación y a la ecología actual.

Repetimos cada año –cada tres años– las mismas lecturas pero no nos dan la síntesis del Evangelio. Porque además hay muchos pasaje buenos que no se leen y no queda el sentido de unidad.

Necesitamos tiempo y espacio. Una lectura de los evangelios, tal como lo hacemos en la liturgia actual, no es oportunidad para explicar y comentar en todos sus detalles y su contenido el texto de cualquiera de los evangelios.

Entiendo que algo parecido haría falta trabajar con los ritos, signos, gestos, ceremonias… para poder dar a conocer e interiorizar la Liturgia. Mucho quehacer hay en un plan pastoral de conversión y seguimiento.

 

Gerardo Villar