Dicen que estoy "amenazado de muerte"
porque ando en malas compañías
y frecuento zonas conflictivas,
porque no llevo guardaespaldas
y aparezco en medio de las refriegas;
dicen que mis gestos son peligrosos,
que voy por mal camino,
que exagero...
Tal vez.
Pero cuando los que mueren son los otros,
ya me diréis si hay exageración
en algo tan simple como curar y dar consuelo.
Dicen que estoy "amenazado de muerte"
porque soy un lázaro cualquiera,
porque mi piel es distinta,
porque soy extranjero,
porque tengo una vida que no es vida,
porque otros tienen preferencia...
Tal vez.
Pero no me digáis, entonces,
que lo vuestro es vida.
¡Es cultura de muerte, y no me interesa!
Dicen que estoy "amenazado de muerte".
Es una advertencia para intimidarme,
meterme miedo en el alma y en el cuerpo
y dejar que todo siga el curso
que beneficia a los de siempre.
Sea lo que fuere, estoy tranquilo
porque, si me matan, no me quitan la vida.
Me sembrarán contigo
y granaré
desbordando sueños.
Los cristianos no estamos
amenazados de muerte.
Estamos "amenazados de vida".
Porque Tú eres la vida,
aunque estés crucificado
en la cumbre del basurero del Mundo,
o enterrado en arrabales, suburbios y favelas.
Ni yo ni nadie estamos amenazados de muerte.
¡Estamos amenazados de vida,
de esperanza, de amor...!
Porque tu hora, Señor, ha llegado,
y recorres nuestro mundo
como río de agua viva.
Florentino Ulibarri