Epifanía - DIOS ÚNICO Y DE TODOS
Rafael Calvo BecaACCIÓN DE GRACIAS
Es justo y bueno que te demos gracias, Padre Dios.
Bendito sea tu nombre, porque te vemos y te manifiestas,
en perfecta epifanía, en la entera creación,
en todo lo bueno que hay en cada ser humano
y en cada rincón de belleza y bondad.
Todo lo bueno y lo más hermoso no es sino tu huella.
Te has revelado por igual a unos pobres pastores de Israel
y a unos gentiles extranjeros.
Te haces visible a cuantos te buscan de verdad, a los sencillos de corazón,
pero te ocultas a la gente importante y entendida,
que se sienten tan seguros de sí mismos,
que ya lo tienen todo, lo saben todo y no te necesitan.
No podemos ni imaginarte en las alturas de los cielos,
porque no estás allí arriba ni lejos
sino aquí mismo, en el interior de todas tus criaturas.
Es baldío también nuestro intento de encerrarte en nuestros templos,
que estás en ellos como estás en todas partes.
Te podemos ver más bien, te habríamos de ver en todos los seres humanos.
Uniéndonos como hermanos a todos ellos,
entonamos en tu honor este himno de alabanza.
MEMORIAL DE LA CENA DEL SEÑOR
Gracias, Padre Dios, porque te has revelado y te has hecho visible y cercano
en la entrañable persona de Jesús de Nazaret.
Ha sido en verdad tu perfecto imitador y mensajero,
te ha sido siempre fiel y solo vivió para hacer el bien.
Como buen hijo te ha honrado y te ha representado en la tierra.
No podemos verte, Dios y Señor nuestro, nuestra visión es muy limitada,
pero tu hijo Jesús te ha encarnado y es para nosotros tu rostro humano.
Viendo cómo se interesaba por los demás y cómo se comportaba con ellos,
hemos aprendido que nos quieres como solo quieren un Padre o una Madre.
Nos dejó bien claro que no eres un Dios de templos y sacrificios,
sino un Dios que ama la vida y valoras la amistad y la solidaridad.
Por Jesús sabemos lo que esperas de nosotros.
Nos lo dejó como escrito, en la última cena, en estos signos y palabras.
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU DE DIOS
Pan partido y repartido, compartido,
sangre derramada, vida volcada en los demás,
estos son los símbolos que mejor representan
la vida de Jesús, incluida su muerte,
y han de ser las consignas
que guíen nuestra propia vida.
Envíanos tu espíritu, Padre bueno.
Danos un corazón limpio
para que podamos verte y conocerte,
un corazón sencillo y honesto, libre de prejuicios,
para comprenderte mejor.
Abre nuestros ojos para que sepamos verte
en todas las personas de bien,
sin importarnos la cultura en la que vivan.
Ellos son tus mejores hijos, sean o no creyentes en Ti.
De todas las personas sencillas y buenas, debemos aprender a ser y a vivir.
Permítenos, Padre santo, que en nombre de Jesús,
que está entre nosotros,
te ofrezcamos nuestros pobres esfuerzos
como un brindis a tu mayor gloria.
AMÉN.
Rafael Calvo Beca