La lectura programada de Hebreos 4, 14 y 5, 10 compara a Jesús con el Sumo Sacerdote del templo de Jerusalén y nos lleva a una concepción sacerdotal-sacrificial que está lejos de la esencia del mensaje evangélico. Sería conveniente sustituir este texto por algún otro acorde con la lectura de la Pasión. Proponemos el siguiente:
Entonces Pedro, presentándose con los Once, levantó su voz y les dijo:
«Judíos y habitantes todos de Jerusalén, escuchad estas palabras:
A Jesús, el Nazareno, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios le resucitó librándole de los dolores del Hades, pues no era posible que quedase bajo su dominio. A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos.
Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.»
Para releer el comentario de José E. Galarreta, pinche aquí