Os adjunto el Pregón Pascual de este año, por si puede ser útil a alguna parroquia, grupo, comunidad.

Miguel Cubero Balboa. Hospitalet. Barcelona.

Hermanos y hermanas, bienvenidos a la Noche -en mayúscula-

la Noche luminosa,

la Pascua de Resurrección.

La Noche inundada de alba se despliega. ¡Feliz Pascua!

Abramos sentidos, voluntades, corazones y almas.

Sí, hermanos y hermanas, el horizonte preñado de esperanza

irrumpió y sigue irrumpiendo.

Esta esperanza, es el Cristo Jesús Resucitado.

Su presencia cósmica y su Evangelio

nos son luz, vida, sentido, consuelo y esperanza.

Sí, hermanos y hermanas,

¡Seamos capaces de percibir la ruptura en la lógica aplastante de

la causa y el efecto de nuestro mundo y nuestras vidas!

El mal, la desolación, la negatividad, el sinsentido, la inhumanidad...

no tienen futuro, ni lugar, ni legitimidad, ni voz.

Sí, no somos ni ciegos, ni sordos, ni faltos de cordura, ni frívolos,

estamos conscientes del mal que nos rodea,

del mal que nos castiga, del mal que fabricamos, del mal que toleramos...

¿Cómo acostumbrar nuestros oídos, nuestros ojos, nuestra mente,

a noticias de guerra, de atentados, de asesinatos,

en nombre de Dios, Alá, el hombre, la dignidad, la justicia...? 

¿Cómo prescindir de las imágenes de los refugiados rechazados por la prepotente Europa

que tan celosamente cuida nuestro bienestar excluyente?

¿Cómo normalizar las cientos y cientos de expectativas

que, huyendo de la pobreza, se ahogan en el Mediterráneo?

¿Cómo no indignarse ante el frío y aplastante poder económico

que siega el presente y el futuro de tantas familias, de tantas historias?

¿Cómo no comprometerse y reaccionar ante la precariedad ecológica

en que ha entrado nuestro planeta?

¿Cómo no avergonzarse ante hombres y mujeres

que han degradado el cargo político, administrativo, sindical, eclesial...

dispuesto como servicio, y lo han usado en beneficio propio?

¿Cómo inhibirse ante la injusta aplicación de la Justicia?

¿Cómo no avergonzarse de las desigualdades de género

y, peor aún, de la violencia de género?

¿Cómo seguir acostumbrados a la frágil situación laboral y salarios miserables?

¿Qué decir ante tanto anciano solo, desatendido, olvidado, por los suyos?

¿Qué decir de tanto ser humano: hijo, nieto, vecino, hermano...

que vive la vida desde la vaciedad, la superficialidad, el consumo, el egoísmo...?

¿Qué decir ante esta sociedad basada en el individualismo,

la sospecha en el otro, la ausencia de empatía?

¿Qué decir de la ausencia de valores absolutos

como la vida, la dignidad, la familia, el diálogo, la transparencia,

la honestidad, la coherencia, la fraternidad, el amor...?

Y no sirve considerarnos tan solo espectadores o víctimas.

Formamos parte de una gran familia y una gran casa común,

todos somos, también, causa y efecto del mal.

Pero por la fe en la Resurrección de Cristo, por la fe nacida en la Noche de las noches, por la fe que nace de la Pascua,

celebramos la certeza actuante del triunfo definitivo del bien.

Celebrar significa tener la certeza actuante del éxito de la apuesta del AMOR,

de DIOS, del MESÍAS, de JESÚS DE NAZARET.

Actuante quiere decir que todos y cada uno de nosotros estamos implicados,

somos corresponsables en ese llegar a ser.

Celebrar la Pascua significa celebrar el éxito del proyecto de Dios,

del mensaje de Jesús, de su persona.

Significa celebrar el éxito de nuestra existencia y de todas las existencias.

Hermanos y hermanas,

¡Feliz y actuante Pascua de Resurrección!