La inocencia de los niños es el territorio más sagrado que podemos llegar a concebir. Debiéramos ser absolutamente respetuosos en ese aspecto. Los niños recién desembarcan de los mundos de luz y de pureza y en la tierra debiéramos intentar prolongarles esa atmósfera esmerada. La magia debería continuar, aún cuando toman cuerpo y se van haciendo poco a poco a esta nueva realidad.

La inocencia de los niños debiera ser terreno libre de interés y de ideología. Reyes Magos de los de antes, de los que atravesaron el ancho Oriente para postrarse ante el Niño-Dios. Reyes Magos de los de siempre que reunieron el oro de la sabiduría, el incienso de la mística y la mirra de la inmortalidad para ponerlo a los pies del Redentor recién venido el mundo. Reyes Magos sobre camellos del desierto, no sobre tacones de asfalto, Reyes Magos atravesando inmensa arena, dunas y oasis. Abramos, preparemos el camino a los Reyes de Oriente, a los Iniciados de las Escuelas de Conocimiento que siguen la Estrella hasta dar con el pesebre y rendir pleitesía al Mesías Salvador.

Sumemos magia a un mundo que pretende arrinconarla. Traigamos magia de ésta y otras tradiciones, magia iluminando y elevando a esta civilización, devolviéndonos a la inocencia y a la pureza que jamás debimos haber abandonado.

Koldo Aldai