Rafael, siento mucho la muerte de Conchita, después de su larga enfermedad. Como dices, ya ha traspasado la puerta de la realidad y ha continuado el viaje hacia la vida definitiva, acompañada por vuestro amor y cariño, que no le abandonará jamás, al igual que el suyo ha quedado para siempre entre vosotros/as. Te adjunto un poema, como muestra de cercanía en estos momentos difíciles, con el que te envío todo mi afecto. Un gran abrazo.

Miguel Ángel Mesa

 

Aunque te acogiera la nada, la Nada te abrirá cálidamente sus brazos.
Aunque te escondieran en la tierra, la Tierra te fecundaría para siempre.
Aunque te perdieras en la oscuridad,
la Oscuridad sería la dulce sombra que te protegería de tanta luz.
Aunque te conviertas en pura energía,
la Energía vital te hará estallar en un inmenso y nuevo big-bang de felicidad.
Porque no hay otra vida, sino una transformación y extensión de esta, tu propia vida.
Y ahí estará Ella, sin nombre, sin palabras que la limiten, sin forma que la aprisione,
sin dogmas que la fijen, en una sorpresa inimaginable.
Y ya tú, como una gota, fundiéndote en el mar infinito,
desapareciendo y recobrando tu más íntima identidad,
sembrada de recuerdos y vivencias, rostros, presencias reales,
unidas por el amor con el que habéis entrelazado vuestros corazones.