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La paciencia no es fruto de la debilidad. Al contrario, supone fortaleza interior. La persona paciente moviliza todas sus energías para no doblegarse ante la adversidad y seguir luchando con firmeza, sin dejarse perturbar por el mal. Se necesita mucha entereza para mantener el ánimo sereno y confiado cuando todo se nos pone en contra. No es posible dejar atrás la violencia y promover un proceso de pacificación sin una actitud paciente y tenaz.