El Papa improvisa un discurso ante obispos y religiosos, reclamándoles “pobreza y misericordia”
A los confesores: “Sean perdonadores. No se cansen de perdonar, como hacía Jesús. No se escondan en miedos o en rigideces”
No hubo que esperar mucho para asistir al primer discurso completamente improvisado de Francisco. A la salida de su encuentro con Raúl Castro, durante el rezo de vísperas con los religiosos y consagrados de La Habana, Bergoglio dobló los papeles que tenía preparados tras escuchar al cardenal Ortega y a una religiosa, "dos profetas que Dios hoy ha puesto aquí, y a los profetas hay que escucharlos", y disertó, sin más apoyo que su propia voz y sus manos, durante una media hora sobre dos conceptos, simples y a la vez intensos: "pobreza y misericordia: ahí está Jesús".
El Papa que arrancó su pontificado pidiendo "una Iglesia pobre y para los pobres", y que ha anunciado un Año de la Misericordia, unió los dos ejes de su pontificado en un parlamento que no dejó a nadie indiferente, y en el que entremezcló -con un cargado acento porteño- bromas con duras andanadas hacia la estructura eclesiástica anquilosada, más preocupada en acumular riquezas que en alcanzar la pobreza espiritual. "Los ecónomos desastrosos son la mejor bendición de Dios a la Iglesia, porque la hacen libre, la hacen pobre", subrayó Francisco, quien insistió en que "Dios quiere pobre a Nuestra Santa Madre Iglesia. Amen a la pobreza como a la madre"
Sobre la misericordia, el Papa reflexionó sobre la cercanía a los más excluidos, a aquellos que el mundo "quiere ocultar, separar y, si llega a tiempo, acabar con ellos antes de llegar", y recordó que "el más pequeño, es una frase de Jesús, el que está en el protocolo sobre el que vamos a ser juzgados, lo que hiciste al más pequeño de estos hermanos me lo hiciste a mí."
La misericordia con los más débiles, con los últimos, que en el caso de los sacerdotes son los que se acercan a un confesionario. "Ahí, cuando ese hombre o esa mujer te muestran su miseria, por favor no le retes, no lo castigues. Si no tenés pecado, tiradle la primera piedra. Si no, pensá en tus pecados y pensá que vos podéis ser esa persona, y que potencialmente podés llegar más bajo todavía. Pensad que vos, en ese momento, tenés un tesoro en las manos, que es la misericordia del Padre.", señaló el Papa, quien pidió a los curas que "no se cansen de perdonar". "Sean perdonadores. No se cansen de perdonar, como hacía Jesús. No se escondan en miedos o en rigideces. Cuando te llega el penitente, no te pongas mal, no te pongas neurótico, no lo eches del confesionario, no lo retes. Jesús los abrazaba. Jesús los quería".
"Donde hay misericordia está el espíritu de Jesús. Donde hay rigidez, están solamente sus ministros", denunció el Papa, quien pidió a los sacerdotes y a los obispos que "no le tengáis miedo a la misericordia, porque ese o esa que están ahí son el más pequeño, y por lo tanto, es Jesús".
Francisco llegó a la catedral de La Habana tras un breve encuentro con el presidente Raúl Castro. Antes de ello se detuvo brevemente en la iglesia de los jesuitas de La Habana. Una visita breve y fuera de programa, donde pudo saludar a los 24 miembros de la Compañía que trabajan en la capital cubana.
La catedral es un edificio imponente, de una belleza colonial y con cierto toque desvencijado. Allí le esperaban sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas del país. No son muchos, pues no ha sido fácil la búsqueda de vocaciones en la Cuba comunista, pero sí animosos y comprometidos.
Varios cientos de fieles -muchos de ellos pertenecientes a la comunidad de San Egidio, una de las realidades eclesiales que más se está implicando en este pontificado-, esperaban al Papa a su entrada al templo. "Francisco, amigo, Jesús está contigo", le cantaban mientras Bergoglio contemplaba la estatua de San Juan Pablo II. El primer Papa en visitar Cuba.
Francisco depositó flores ante el altar de la Virgen, antes de saludar a algunos religiosos enfermos o impedidos. Tomó la palabra después el cardenal Ortega, el verdadero muñidor de este viaje y ayuda imprescindible para el deshielo en las relaciones Cuba-EE.UU... "La Iglesia que vive en Cuba es una Iglesia pobre", señaló el purpurado, señalando a los consagrados del país, y de los misioneros que se han hecho uno con los habitantes de la isla.
"No hay aquí espacios fáciles para la competitividad o la emulación que no sea darse a los demás. Debemos ser forzosamente pobres, en recursos pastorales y en el modo de vida cotidiano", incidió Ortega, quien animó a "amar esta pobreza" de la Iglesia en Cuba.
Antes del rezo, Sor Yaileny Ponce Torres, Hija de la Caridad, mostró su experiencia de pobreza y trabajo con los más desfavorecidos, dando ejemplo de esa "iglesia de la Misericordia" de la que tanto habla Francisco y que serán la base del Año de la Misericordia. "Francisco, misionero de la Misericordia", es el lema de esta visita.
Este es un breve resumen de las palabras improvisadas del Papa:
Cuando hablan los profetas, y todo sacerdote, todo bautizado es profeta, vamos a hacerles caso a ellos. Yo le voy a dar la homilía al cardenal Jaime para que se las haga llegar a ellos y después la meditan
Y ahora charlemos un poco de lo que dijeron estos dos profetas
Al cardenal Jaime se le ocurrió pronunciar un apalabra sumamente incómoda, que incluso va a contramano de toda la estructura cultural del mundo. Dijo "pobreza". Y la repitió varias veces. Pienso que el Señor quiso que la escucháramos varias veces
El espíritu mundano la esconde, no por pudor, sino por desprecio. Y si tiene que ofender a Dios para que no le llegue la pobreza, lo hace. El espíritu del mundo no ama el camino del hijo de Dios, que se vació a sí mismo y se hizo pobre, se hizo nada, se humilló para ser uno de nosotros.
La pobreza que le dio miedo a aquel muchacho tan generoso
La pobreza... siempre tratamos de escamotearla. Sea por cosas razonables, pero estoy hablando de escamotearla en el corazón. Que hay que saber administrar los bienes, es una obligación. Pero cuando esos bienes entran en el corazón y te empiezan a conducir la vida, ahí perdiste, ya no sos como Jesús, tenés tu seguridad, donde la tenía el joven triste, el que se fue entristecido.
Ustedes, sacerdotes, consagrados, consagradas... Les puede servir lo que decía san Ignacio, y esto no es propaganda de familia, no... Él decía que la pobreza era el muro y la madre de la vida consagrada. Era la madre porque engendraba más confianza en Dios, y era el muro porque la protegía de toda mundanidad. ¡Cuántas almas destruidas, que empezaron bien y después se le fue apegando el amor a esa mundanidad rica, y terminaron mal! Terminaron sin amor porque la riqueza pauperiza, pero pauperiza mal. Nos quita lo mejor que tenemos, nos hace pobres en la única riqueza que vale la pena.
El espíritu de pobreza, de dejarlo todo para seguir a Jesús. Esto no lo invento yo, varias veces aparece en el Evangelio. Los que dejaron todo para seguir a Jesús.
Una vez me contaba un viejo cura sabio, hablando de cuando se mete el espíritu de riqueza en el corazón de un consagrado, de un sacerdote, de un obispo, de un Papa, lo que sea... Cuando uno empieza a juntar plata para asegurarse el futuro, el futuro no está en Jesús, sino en una agencia de seguros espiritual
Los ecónomos desastrosos son la mejor bendición de Dios a la Iglesia, porque la hacen libre, la hacen pobre.
Nuestra Santa Madre Iglesia, Dios la quiere pobre, como quiso pobre a nuestra santa madre María.
Amen la pobreza como a la madre. Y simplemente les sugiero, si alguno tiene ganas de preguntarse cómo está mi espíritu de pobreza, cómo está mi despojo interior. Creo que puede hacer bien a nuestra vida consagrada o presbiteral.
Después de todo, no nos olvidemos que es la primera de las Bienaventuranzas: felices los pobres de espíritu, los que no están apegados a las riquezas de este mundo.
La hermana nos hablaba de los últimos, de los más pequeños, que aunque sean grandes uno termina tratándolos como niños, porque se presentan como niños. El más pequeño, es una frase de Jesús, el que está en el protocolo sobre el que vamos a ser juzgados, lo que hiciste al más pequeño de estos hermanos me lo hiciste a mí.
Hay servicios pastorales que pueden ser más gratificantes desde el punto de vista humano, sin ser malos ni mundanos. Pero cuando uno busca en la preferencia interior al más pequeño, al más abandonado, al más enfermo, al que nadie tiene en cuenta, al que nadie quiere... El más pequeño. Y sirve al más pequeño, está sirviendo a Jesús de manera superlativa.
A vos te mandaron donde no querías ir, y lloraste, porque no te gustaba, lo cual no quiere decir que seas una monja llorona. Dios nos libre de las monjas lloronas, que siempre se están lamentando. Eso no es mío, eso lo decía Santa Teresa a sus monjas.
Te mandaron allí donde la ternura y la misericordia de Dios se hacen caricia. Cuántas religiosas y religiosos queman su vida acariciando material de descarte, acariciando a quienes el mundo descarta, desprecia, a quienes el mundo prefiere que no estén, a quienes el mundo hoy día, con métodos de análisis, cuando se prevé que puede venir con una enfermedad degenerativa, se propone mandarlo de vuelta antes de que nazca. Es el más pequeño. Y una chica joven llena de ilusiones, empieza su vida consagrada haciendo viva la ternura de Dios en su misericordia.
A veces no entienden, no saben, pero qué linda es para Dios y qué bien que hace a uno, la sonrisa de un espástico, que no sabe cómo hacerla. O cuando te quieren besar y te babosean la cara. Esa es la ternura de Dios, esa es la misericordia de Dios. O cuando están enojados y te dan un golpe, y quemar mi vida así, con material de descarte a los ojos del mundo. Eso nos habla solamente de una persona: nos habla de Jesús, que por pura misericordia del Padre se hizo nada. Se anonadó, dice el texto de Filipenses.... Esta gente a la que vos entregáis tu vida son como Jesús, no porque quisieran, sino porque el mundo les hizo así
Y se les esconde, no se les muestra, o no se le visita, y si se puede y está a tiempo, se les manda de vuelta. Gracias por lo que hacés, y en vos, gracias a tantas mujeres consagradas al servicio de lo inútil, porque no se puede hacer ninguna empresa, no se puede ganar plata ni llevar adelante absolutamente nada con esos hermanos nuestros, los menores, los más pequeños... Ahí resplandece Jesús, y ahí resplandece mi opción por Jesús.
Padre, yo no soy monja, yo no cuido enfermos, yo soy cura, y tengo una parroquia, o ayudo a un párroco. ¿Cuál es mi Jesús predilecto? ¿Cuál es aquel que me muestra más la misericordia del Padre? ?Dónde lo tengo que encontrar? Obviamente, sigo el protocolo de Matero 25: en el hambriento, el preso, el enfermo... ahí los vas a encontrar. Pero hay un lugar privilegiado para el sacerdote donde aparece el más pequeño, y es el confesionario. Y ahí, cuando ese hombre o esa mujer te muestran su miseria, por favor no le retes, no lo castigues. Si no tenés pecado, tiradle la primera piedra. Si no, pensá en tus pecados y pensá que vos podéis ser esa persona, y que potencialmente podés llegar más bajo todavía. Pensad que vos, en ese momento, tenés un tesoro en las manos, que es la misericordia del Padre.
Por favor, a los sacerdotes: no se cansen de perdonar. Sean perdonadores. No se cansen de perdonar, como hacía Jesús. No se escondan en miedos o en rigideces. Cuando te llega el penitente, no te pongas mal, no te pongas neurótico, no lo eches del confesionario, no lo retes. Jesús los abrazaba. Jesús los quería. Mañana festejamos san Mateo, cómo robaba ése, cómo traicionaba a su pueblo. Y dice el Evangelio que Jesús fue a cenar con él y otros como él.
Donde hay misericordia está el espíritu de Jesús. Donde hay rigidez, están solamente sus ministros.
Hermanos sacerdotes, hermanos obispos: no le tengáis miedo a la misericordia. Porque ese o esa que están ahí son el más pequeño, y por lo tanto, es Jesús. Esto es lo que se me ocurre decir después de haber escuchado a estos dos profetas.
Pobreza y misericordia. Porque ahí está Jesús
Antes de llegar a la catedral, Francisco se encontró con Raúl Castro en el Palacio de la Revolución de La Habana. Al concluir la visita privada que sostuviera el papa Francisco con el presidente cubano Raúl Castro, ambos líderes intercambiaron regalos como muestra de cortesía y respeto mutuos.
El Sumo Pontífice le entregó al presidente cubano un mosaico de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, confeccionado por artesanos de un taller de arte ubicado en el centro del Vaticano, los cuales utilizaron las mismas técnicas y materiales de los vitrales de la capilla Sixtina.
Por su parte, Raúl Castro le hizo entrega a Francisco de una obra de grandes dimensiones del artista cubano de la plástica, Alexis Leyva Machado. La obra, confeccionada con remos, representa la crucifixión de Jesús.
Jesús Bastante, 21 de septiembre de 2015.