AMENAZA DE EXCOMUNIÓN
CONTRA ROY BOURGEOIS
por
defender el sacerdocio de las mujeres
Roy Bourgois es un sacerdote católico norteamericano que ha
opinado públicamente que la Iglesia no tiene ninguna base
teológica para negar el acceso del sacerdocio a las mujeres,
por lo cual ha sido amenazado por la Congregación para la
Doctrina de la Fe con la excomunión si en el plazo de 30
días a partir del 30 de octubre pasado no se retracta.
Esta es la carta de contestación de Roy Bourgois tomada de
www.Atrio.org del 19 de noviembre. Para firmar la adhesión, entrar en la página de
Atrio del 21 de noviembre.
Respuesta de Roy Bourgeois
7 de
noviembre de 2008
A LA CONGREGACION
PARA LA DOCTRINA DE LA FE
CIUDAD DEL VATICANO
Me produjo una gran tristeza su carta del 21 de octubre de
2008, en la que me daba 30 días para retractarme de mi
creencia y mis declaraciones públicas en apoyo de la
ordenación de mujeres en nuestra Iglesia, si no quería ser
excomulgado.
He sido sacerdote católico durante 36 años y tengo un
profundo amor a mi Iglesia y a mi ministerio. Cuando era un
joven militar sentí que Dios me llamaba al sacerdocio. Entré
en Maryknoll y fui ordenado en 1972.
Con el paso de los años yo he encontrado muchas mujeres en
nuestra Iglesia que, como yo, se sentían llamadas por Dios
al sacerdocio. Ustedes, nuestros líderes de la Iglesia en el
Vaticano, nos dicen que las mujeres no pueden ser ordenadas.
Con todo el debido respeto, creo que lo que enseña nuestra
Iglesia Católica en este asunto es un error y no se sostiene
en un examen serio. Un informe de la Comisión Bíblica
Pontificia, en 1976, apoyaba la investigación de expertos en
Escritura, en Derecho Católico y de muchos fieles católicos
que estudiaron y reflexionaron las Escrituras y que
concluían que no hay justificación en la Biblia para excluir
a mujeres del sacerdocio.
Como personas de fe, nosotros profesamos que la invitación
al ministerio de sacerdocio proviene de Dios. Profesamos que
Dios es la Fuente de la vida y creó a los hombres y a las
mujeres con el mismo grado de dignidad. La doctrina actual
de la Iglesia Católica respecto a la ordenación de mujeres
implica que nuestro adorado y todopoderoso Dios, el Creador
del cielo y la tierra, no puede autorizar en modo alguno que
una mujer sea sacerdote.
Hay mujeres en nuestra Iglesia que nos dicen que Dios les
llama al sacerdocio. Quiénes somos nosotros, como hombres,
para decir a las mujeres: “Nuestra vocación es válida, pero
la de ustedes no lo es”. ¿Quiénes somos nosotros para
manipular la llamada de Dios?
Tanto el sexismo, como el racismo, son pecados. Y por mucha
energía o tiempo que empleemos en tratar de justificar la
discriminación, al final, siempre es inmoral. Centenares de
iglesias católicas se están cerrando en EEUU a causa de la
escasez de sacerdotes. Mientras tanto hay centenares de
mujeres entregadas y proféticas que nos dicen que Dios les
llama a servir a nuestra Iglesia como sacerdotes.
Si hemos de tener una Iglesia vibrante, bien arraigada en
las enseñanzas de nuestro Salvador, necesitamos la fe, la
sabiduría, la experiencia, la compasión y el coraje de
mujeres en el sacerdocio.
La conciencia es muy sagrada. La conciencia nos da un
sentido de lo justo y lo equivocado y nos insta a hacer la
cosa correcta. La conciencia es lo que impulsó Franz
Jagerstatter, un humilde granjero austríaco, marido y padre
de cuatro jóvenes niños, a rehusar afiliarse al ejército de
Hitler, lo que llevó a su ejecución. La conciencia es lo que
impulsó a Rosa Parks a decir que ella no aceptaba sentarse
en el asiento trasero del autobús. La conciencia es lo que
impulsa a mujeres en nuestra Iglesia a decir que ellas no
pueden quedarse calladas y negar que sienten la llamada de
Dios al sacerdocio. La conciencia es lo que impulsó mi
querida madre y a mi padre, ahora de 95 años, a esforzarse
siempre en hacer las cosas correctas como fieles católicos
que criaron a cuatro hijos. Y después de mucha oración,
reflexión y discernimiento, es la conciencia la que me
impulsa a hacer lo correcto. Yo no puedo retractarme de mi
creencia y declaraciones públicas que apoyan la ordenación
de mujeres en nuestra Iglesia.
Trabajar y luchar por la paz y la justicia son una parte
esencial de nuestra fe. Por esta razón, yo hablo
abiertamente contra la guerra en Irak. Y desde hace
dieciocho años, me he estado pronunciando contra las
atrocidades y sufrimientos causados por la
School of Américas-SOA.
[Una Escuela del Ejército de Estados Unidos para entrenar a
oficiales latinoméricanos para la guerra]. Hace ocho años,
mientras asistía en Roma a una conferencia por la paz y la
justicia, fui invitado a hablar sobre la SOA en
Radio Vaticano.
Durante la entrevista, indiqué que yo no podría denunciar la
injusticia de SOA y quedarme callado sobre las injusticias
en mi Iglesia. Terminé la entrevista diciendo: “Nunca habrá
la justicia en la Iglesia Católica hasta que las mujeres
puedan ser ordenadas”. Yo me mantengo firme hoy en este
parecer.
Tener un clero totalmente masculino implica que los hombres
son dignos de ser sacerdotes católicos, pero las mujeres no
lo son.
Según USA TODAY
(28 de febrero de 2008) en Estados Unidos
solamente, casi 5.000 sacerdotes católicos han abusado
sexualmente de más de 12.000 niños. Muchos obispos,
enterados del abuso, se quedaron callados. Estos sacerdotes
y obispos no fueron excomulgados. Mas las mujeres en nuestra
Iglesia que son llamadas por Dios y son ordenadas a servir
al pueblo de Dios, y los sacerdotes y obispos que las
apoyan, son excomulgados.
El silencio es la voz de la complicidad. Por lo tanto,
invito a todos los católicos, a los compañeros sacerdotes,
a los obispos, al Papa Benedicto XVI y a todos los líderes
de la Iglesia en el Vaticano, a hablar con voz fuerte sobre
esta grave injusticia de excluir a las mujeres del
sacerdocio.
El arzobispo Oscar Romero de El Salvador fue asesinado a
causa de su defensa del oprimido. El dijo, “Que los que
tienen una voz, hablen con franqueza por los sinvoz”.
Nuestro querido Dios nos ha dado una voz. Hablemos claro y
valientemente y caminemos en compañía solidaria, como haría
Jesús, con las mujeres que son llamadas por Dios al
sacerdocio en nuestra Iglesia.
En Paz y Justicia,
Roy Bourgeois,
M.M.
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