Padre santo, es nuestro deber

pero al mismo tiempo nuestra mayor satisfacción

manifestarte nuestra admiración y agradecimiento

por las maravillas de tu Creación

y por el amor que has puesto en tu obra.

De modo especial te agradecemos

el cariño con que nos tratas a nosotros,

los seres humanos,

a quienes nos has privilegiado con dones singulares.

Podemos conocerte y quererte,

ser conscientes de tu presencia en nosotros,

y podemos estrechar entre nosotros nuestras manos

y vivir felizmente en una perfecta fraternidad.

Pero tu maravilloso proyecto de humanidad

dista mucho de nuestra cotidiana realidad.

Nos falta la decisión y el necesario interés

para solucionar los graves problemas

que vamos produciendo a diario entre todos.

Aunque nos produce sonrojo reconocer

tanto desperdicio de facultades,

aún es tiempo de esperanza,

la que Tú tienes depositada en nosotros.

Confías todavía en nuestro esfuerzo personal,

en nuestra voluntad de superación.

Es hora de creer también nosotros

en nuestras posibilidades de crecimiento personal,

en que podemos superar nuestros egoísmos.

Con esta ilusión, elevamos a Ti este canto de alabanza.

Santo, santo...

Te agradecemos, Padre santo, el inmenso privilegio

de haber conocido la buena noticia de Jesús.

Nos sentimos verdaderamente afortunados

de formar parte de sus seguidores.

Queremos recordar en esta celebración comunitaria,

con el calor de nuestro mutuo cariño,

su mensaje de liberación para toda la humanidad

y expresarte una vez más nuestro agradecimiento.

Porque no podemos olvidar

que el fundamento de nuestra esperanza

es su entrada en nuestra historia.

Fue con razón el que había de venir, el gran esperado.

Hoy también le esperamos y deseamos,

pero contamos con su promesa y creemos por eso

que siempre que nos reunimos en su nombre

él se hace presente entre nosotros.

No le fue fácil su paso por este mundo.

Tras muchas horas de oración,

llegó a conocerte íntimamente, como ningún otro,

y consciente de la importancia de su descubrimiento,

se comprometió de por vida a darte a conocer.

Hasta nosotros ha llegado su revelación,

y es ahora nuestro deber comunicarla a los demás.

Nos ha dejado en herencia su secreto de vida

y no podemos dilapidar lo que vale toda una fortuna.

Nos dictó su testamento en su cena de despedida.

Fracción del pan

Te dirigimos, Padre Dios, estas plegarias,

para que nos infundas tu espíritu creativo

y nos animes a acometer las muchas tareas urgentes

que aún tenemos pendientes.

La Pascua nos invita a la esperanza,

a confiar en la pronta llegada de una nueva humanidad,

una generación más humana y humanista,

desde el principio sensata y adulta,

transida de espíritu, de cordialidad,

que sepa vivir en comunión fraternal y solidaria.

Convéncenos de que ya es hora de reconciliarnos

con la tierra madre y la naturaleza,

de dar a luz un nuevo mundo

digno de llamarse tu reino.

Extiende tu bendición sobre todos los seres humanos

y de modo especial

sobre cuantos tienen mayor poder y responsabilidad

tanto en las Iglesias como en los Gobiernos.

Y a nosotros, infúndenos tu espíritu, tu fuerza,

para que vivamos en tensión y como propios

todos los problemas del mundo.

A ti, Padre, que habitas en la vida y en el amor,

te corresponde nuestro más sincero agradecimiento

y el mayor honor y gloria, ahora y siempre.

AMÉN.