¿HACEN FALTA CURAS?
Gerardo VillarUna realidad fuerte en la iglesia hoy es la escasez de vocaciones tanto religiosas como presbiterales. Y nosotros rezamos de una y otra forma para que Dios suscite personas que entreguen su vida en esos ministerios.
Muchas veces me pregunto qué ocurre que las vocaciones no llegan. Y pienso si será que estamos pidiendo a Dios y Él tiene otros planteamientos. Tratemos de escuchar, a ver qué nos está diciendo Dios y qué caminos nos sugiere.
Igual no se trata de más vocaciones sino de replantear las comunidades de otra manera. Muchas veces vamos hablando de admitir de nuevo a curas casados y de ordenar a mujeres para presidir la eucaristía.
Pero yo creo que es algo más profundo: una concepción de la Iglesia distinta. Que Dios nos ilumine en el camino. Es preciso, con la fuerza del Espíritu, entender mejor el momento histórico y los nuevos planteamientos de la Iglesia.
Nos lo dice el papa Francisco: es preciso desclericalizar la Iglesia. Los laicos tienen un papel en la comunidad. Los curas no podemos seguir “mandando”, así, en castellano.
Podemos potenciar una comunidad cristiana que se construye desde abajo y no estamos dejando. Que el poder esté en la comunidad, no en los presbíteros. Será estupendo el día que veamos que hay laicos-as nombrados párrocos de una comunidad e iremos probando que la persona designada sea servidora, no dueña. Caminaríamos hacia una estructuración distinta de la parroquia.
Esto requiere que los seminaristas de hoy reciban y planteen su ministerio como servidores en la realidad y que se les presente otro estilo de ser cura.
Una estructura distinta, porque actualmente serían un parche estos cambios si no cambiamos el sentido clerical y el poder de decisión en toda la comunidad.
Necesitamos hacerlo realidad en nuestras comunidades: Son muchas las estructuras a cambiar y el espíritu debe ser distinto. Será bueno que apliquemos lo que nos dice Sor Lucía Caram: “Ser priora no es un cargo, sino una función entre iguales dentro del convento”.
Caminemos hacia la iglesia, no de poderes, sino de servicios.
Gerardo Villar