LOS DISCÍPULOS HAN RESUCITADO
José Enrique GalarretaLc 24, 35-47
El texto de Lucas es paralelo al de Juan que leíamos el domingo anterior. Creo que es interesante subrayar tal paralelismo.
Jesús se presenta en medio de ellos, y les da el saludo de paz. Les da señales evidentes de que es él mismo, mostrando sus llagas y hasta comiendo con ellos. Abre su inteligencia para que entiendan las Escrituras y puedan superar su mesianismo triunfante y creer en él. Y les confía la misión, y el anuncio del perdón por todo el mundo.
Comprobamos por tanto que los relatos de la Resurrección, tan diferentes en sus detalles, en la localización geográfica... transmiten el mismo mensaje: el testimonio de Jesús vivo y la misión confiada a los testigos.
Como vemos, Lucas tiene muy presente el tema del desánimo de los discípulos. Este evangelio viene a continuación del relato de los dos de Emaús, en el que el tema fundamental es la crisis de fe de los discípulos, provocada por la muerte de Jesús, y la enseñanza de Jesús que "les interpretó las Escrituras, mostrando que el Mesías tenía que padecer".
Por otra parte, Juan se refiere más directamente a la Misión. Esto es muy explicable, puesto que Juan termina ya su Evangelio, mientras Lucas va a continuar su narración en el principio de los Hechos, con la Misión y la Ascensión.
Todos estos datos nos ayudan a recordar que los Evangelios son obras literarias, en las que los datos están elaborados por los autores conforme a un plan, a un mensaje básico, según las necesidades de las comunidades a que van dirigidos y los tiempos en que se escriben.
Respecto al mensaje básico que se resalta en las lecturas de este Domingo, vamos a fijarnos en algunos aspectos más importantes para nuestra fe.
1. Esperaban a otro
2. La fe se ve en las obras
3. La presencia del bien, la curación....
Este tema básico, que desarrolla el discurso de Pedro y se afianza en el evangelio de Lucas es: "la muerte de Jesús no es motivo de escándalo, sino de fe". Esto nos ofrece dos consideraciones importantes.
La primera, sobre el rechazo de los judíos. No aceptan a Jesús porque "esperaban a otro". Su imagen del Mesías tenía mucho de libertador político, para el bien del pueblo.
Siguen anclados en la más rancia interpretación de La promesa y La Alianza, como si Dios estuviese comprometido con el pueblo para bien exclusivo del propio pueblo, como si el plan de Dios terminase en hacer de ellos una gran nación independiente, con un templo suntuoso en que se adorase al Dios verdadero. Y Jesús ha destruido todo eso: ningún interés político, ningún interés por el Templo, ningún interés por el pueblo como Estado... "No era éste el que esperábamos".
Y sin embargo, una lectura superficial del libro del Génesis y del Éxodo puede llevar y de hecho llevó a esta misma conclusión: en eso consistían la Promesa y la Alianza. Pero se trata de una de las trampas religiosas más frecuentes. "Dios está con nosotros", es decir, Dios me ayuda a ser grande contra los demás: soy el ELEGIDO, EL PRIVILEGIADO.
Jesús ha entendido más a fondo las ESCRITURAS y las explica: el pueblo es elegido para una misión: dar a conocer al mundo que Dios es Aliado, Perdón...
Es un privilegio, ser elegido para la Misión, aunque es muy incómodo y muy duro. Ya no será posible trabajar, disfrutar... morir, como todo el mundo, porque todo es MISIÓN. Dios para mí o yo para Dios, ese es el dilema.
A niveles de nuestra vida espiritual, esto es muy importante, y señala la diferencia entre la espiritualidad del cristiano y otras muchas más primitivas. Una fuerte oposición: los dioses sirven de ayuda para vivir mejor ßà Dios pide ayuda para trabajar por los hombres.
La segunda consideración es sobre el sentido de la muerte de Jesús. A veces superamos el escándalo de la cruz por medio de consideraciones teológicas aparentemente profundas, tales como el sentido redentor del Sacrificio de Cristo, que paga por nuestros pecados. Ya hemos considerado este tema, pero nunca insistiremos lo bastante. Jesús muere porque todos los seres humanos mueren.
Y Jesús muere en la cruz porque todos los profetas acaban mal. Y por eso creemos en la realidad de Jesús, porque no se escapa de morir, porque no puede escaparse, porque no es un extraterrestre, un ser celestial que aparenta humanidad, sino el hombre completo, lleno del Espíritu, por eso es Palabra y Salvación, dentro de la humanidad mortal y sometida a la oscuridad de la tentación, del dolor y de la muerte.
Y así entendemos que la Salvación no está en la evasión de la vida, sino en el sentido de la vida. Y Jesús da sentido a la vida, no se escapa de ella. Y por eso la muerte y la muerte en cruz confirma nuestra fe.
Los que "esperaban a otro" esperaban en realidad librarse de la vida humana, tener a Dios como aliado particular, evitar el dolor, la pobreza, la muerte. Pero el que Dios envía es Jesús, que no evita nada de lo humano, sino que nos enseña a darle sentido, dándoselo Él el primero, por la fuerza del Espíritu que le invade. Esa es nuestra fe.
La lectura de Juan y la moraleja del discurso de Pedro nos lleva a otro tema básico: la presencia del Espíritu se muestra en la presencia del bien, de las obras. Jesús es el gran destructor del culto por el culto. El culto son las obras. El sacrificio es la entrega de la vida. Agradar a Dios no es cumplir ritos sino comportarse como Él quiere.
Pero esto no es solo un "cumplir mandamientos" sino "manifestación del Espíritu". En Jesús está actuando "El Espíritu". Por eso cura, atiende a pecadores, predica. La verdad y el bien actúan en Jesús... porque en Él actúa El Espíritu. No puede por menos que curar, ayudar, compadecerse....
Y así, vemos en Él al Padre. No precisamente porque manifiesta "poderes" sino porque manifiesta amor, cuidado por el hombre. Por eso es Jesús revelación de Dios. Y esa es, exactamente, la Misión, nuestra misión, la misión de la iglesia: convertirse, dejarse llenar del Espíritu de Jesús, y obrar luego, como presencia del bien, de la curación, del interés por todos y cada uno de los hijos....
Todo cristiano, el que está lleno del Espíritu de Jesús, actúa siempre curando, trabajando por el bien, trabajando contra el mal.... en todas las obras de su vida. Y en él, en su honradez, su preocupación por los que le rodean, su trabajo por evitar males... se hace visible el Espíritu de Jesús. Eso será motivo de fe para todos. "En el dios de este se puede creer".
Podríamos decir que Teresa de Calcuta ha hablado de Dios mucho más que todas las Encíclicas de todos los Papas. En ella se ve cómo es Dios, y es creíble. Porque, una vez más: Dios se presenta en Jesús como "lo que nosotros necesitamos", como Pan y Vino para el camino, y no como una carga más, añadida a la oscuridad de la vida.
Todas estas narraciones del principio de los Hechos de los Apóstoles nos producen intensa sorpresa: ¿son estos los mismos que abandonaron a Jesús, que se atrancaron por miedo? ¿Es este el mismo Pedro que no se atrevió a afrontar las burlas de una criada y renegó de Jesús? ¿Qué les ha pasado?
Viéndole ahora dando la cara, anunciando precisamente a Jesús Crucificado-resucitado.... nos admiramos del cambio profundo que ha producido en él el Espíritu, de la fuerza del Espíritu de Jesús.
Pedro estaba muerto y ha resucitado. Estaba muerto de miedo, de cobardía, de prejuicios religiosos, de falsos mesianismos...estaba muerto y ha resucitado. Es una imagen viva de cada uno de nosotros y la Iglesia entera, en gran parte muertos, necesitados del Espíritu para poder encargarnos de la Misión.
ORACIÓN DE PETICIÓN
Por la Iglesia que está empeñada en la lucha por el hombre, por la dignidad de los hombres, contra la pobreza y la injusticia, por todos los que están dando la vida ahora mismo, y no son muchas veces bien vistos ni siquiera por nosotros, la iglesia importante, la ortodoxa, la bien vista. En ellos se ve a Dios mucho más que en nosotros. Orad por ellos, para que tengan la fuerza y el vigor del Espíritu para seguir mostrando a Dios, y para que su ejemplo regenere a la misma iglesia.
José Enrique Galarreta