RENOVAR LOS LIDERAZGOS
Gerardo VillarAlberto Garzón: “El poder corrompe, se te puede ir la cabeza, y por eso es bueno renovar los liderazgos”.
Me agrada escucharlo y me impresiona. Es posible que tenga otros motivos, pero el hecho es que un político deje su cargo y se haga un militante más.
Qué bien si este hecho lo viésemos repetido en todas las esferas. Yo siempre he pensado que en los cargos públicos, de cualquier estilo, no debiéramos estar más de ocho años. Porque siempre hay personas que traen nuevas ideas y proyectos. Y estar muchos años en el mismo puesto empobrece la creatividad. Ya lo dice el político “se puede ir la cabeza y acostumbrase a los cargos con sus privilegios”.
He tenido suerte porque solamente he estado a lo sumo en dos pueblos durante diez años. Lo demás han sido períodos mucho más cortos y además- un privilegio- siempre he sido yo quien elegía las parroquias. Claro, yendo siempre a pueblos muy pequeños.
Este planteamiento me gustaría que se realizase en todos los sectores. En todos. Desde el papa, los obispos, hasta el sacristán de la parroquia más pequeña. Y por supuesto, desde los cargos más importantes en la política, como el rey, hasta el alguacil del pueblo.
Renovarnos, y traer nuevas sugerencias. Que nunca se considere como propio y por derecho ese puesto, ese quehacer. Un plan de ocho años ya de sí es tiempo suficiente para hacer algo importante y para inventar soluciones. Pero no más, para que no se nos vaya la cabeza ni caigamos en la posibilidad de corrompernos. Puede ayudar mucho a vivir la sinodalidad.
Cada persona nueva con responsabilidades nuevas trae consigo planes, ideas, sugerencias, propuestas, alternativas que, a la corta y a la larga, enriquecen la sociedad.
Ni ganar ni perder: servir
Han pasado las elecciones municipales y autonómicas y enseguida llegan las elecciones generales. Más que ganar o perder, yo hablaría de responsabilidades. El pueblo hemos elegido a unas personas para que nos representen y trabajen por el bien común.
Que organicen la administración de las realidades de la vida en todos sus aspectos. Y es curioso, porque han salido por pocos o muchos votos unas propuestas. Pero ¿no podríamos intentar trabajar en todas las propuestas de los partidos votados por muchos o por pocos votos? Responden a necesidades ciudadanas. Si hacemos caso a todas las propuestas, en ocho años cambiaríamos la sociedad.
Opino que no podemos dejar toda la realidad en las manos de los políticos. Y los demás nos lavamos las manos.
Qué bonito sería el que TODOS-AS nos hiciésemos participes y constructores de un nuevo pueblo, capital o autonomía; una nueva sociedad.
Esta misma visión la aplico a la Iglesia, en cuanto que todos somos cristianos, sacerdotes. Todos somos seguidores de Jesús con distintos quehaceres y servicios. Nadie es más que los otros. La sinodalidad nos hace a todos iguales, partícipes, sacerdotes del pueblo de Dios. Por supuesto nunca gana ni pierde una postura u otra. Habrá que pensar en cargos, a los que yo no encuentro sentido, como los canónigos. No aportan nada a la comunidad.
Cuando vivimos en una sociedad que cambia constantemente a un ritmo rápido, no podemos quedarnos los responsables a un paso lento, alejándonos cada vez más de la realidad. Entorpecemos la vida.
Me ha maravillado siempre cuando veo que un fraile o monja, que han sido superiores, dejan el cargo y al día siguiente son simples hermanos o humanas en los servicios sencillos. De vez en cuando (rara vez) también hay algún papa u obispo que renuncia y pasa a ser uno más de la comunidad.
Espero que la mayor movilidad sea una de las exigencias de una iglesia sinodal.
Y en la sociedad civil, fomentar el encuentro y el diálogo no como lucha sino como labor entre todos. Entender la política valorando lo que hayamos vivido de unión, de colaboración, de trabajo en común. Una sociedad Unida. Ni GANAR NI PERDER. Simplemente SERVIR.
Gerardo Villar